viernes, 1 de diciembre de 2006

Rol de cafres


Nueva sección dedicada a describir comportamientos de la vida diaria, y que por obedecer a la categoría de groseros, incívicos o vandálicos, mercen que sus autores queden catalogados dentro del género de los cafres, siquiera provisionalmente. No obstante, los relapsos serán señalados convenientemente.

Estreno esta sección con un bochornoso comportamiento del que fui testigo hace un par de semanas, en la Colegiata de la Candelaria, abarrotada de gente con motivo de las confirmaciones.
En la zona trasera, donde hube de situarme, estaban sentados dos tortolitos de no más de dieciocho o diecinueve años. La ceremonia no tenía demasiado interés para ellos, según se infiere de la profusión de achuchones, arrumacos, picoteos y demás maniobras amatorias que los jóvenes practicaban. Evidentemente, nadie habrá explicado a los majaderos que las efusiones del amor tienen otros lugares más apropiados, y que lo que para ellos resulta agradable, para los demás es simplemente una falta de respeto monumental.

No siendo bastante con este espectáculo, algo más atrás una señora de poco más de cuarenta años se pasó todo el rato cotorreando a modo, sin molestarse siquiera en moderar la voz. Evidentemente, le resbalaban las miradas de reojo, las malas caras y demás manifestaciones de desagrado.

Ciertamente, no sólo son algunos jóvenes los que no saben comportarse según el lugar y el momento. Quedan adscritos a la categoría de cafres.

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