lunes, 25 de septiembre de 2017

Nueva novela: "Cuentas saldadas"


La Editora Regional de Extremadura acaba de editar mi novela "Cuentas saldadas", que presentaremos próximamente en Zafra.  Por si les resulta interesante, les pongo aquí la sinopsis de la misma.


“Cuentas saldadas”. Novela
Sinopsis

La familia Linares controla Riogrande de los Montes desde hace décadas. Allí ejercen el poder económico, y también el político: padre e hijo, en épocas diferentes, ocupan la alcaldía; con sus influencias de todo tipo buscan el dominio sobre solares y terrenos, de los que acaparan los mejores de la localidad, y acrecientan su poder y su fortuna personal, que ya había experimentado un notable empujón en los tiempos del abuelo de la saga. Pero un gobernador civil indeciso y no poco timorato, y el cronista de la villa de Riogrande reciben informaciones que pueden comprometer el poder de los Linares. Y, ya en la primera década del siglo XXI, un concejal idealista e independiente recogerá el testigo de las pesquisas que, décadas antes, dieron lugar a una crisis sin precedentes en la familia de caciques.

Esta novela versa sobre el choque entre la codicia desmedida y el idealismo acobardado, en un marco social en el que se perdona todo al triunfador y se estigmatiza a quien osa transgredir ciertos límites. Pululan por sus capítulos –que se desarrollan entre los años sesenta del siglo pasado y los primeros del actual– personajes ambiciosos, idealistas, indecisos, pragmáticos, mutantes, traicioneros, cobardes… En la trama se entrecruzan pulsiones de poder con escrúpulos morales de creyentes en el régimen del general Franco que ven cómo los tiempos no corren en balde y que encuentran que sus principios topan con la realidad y, muy especialmente, con las obscenidades amparadas por el sistema. Este choque magno provocará una gran conmoción que tardará casi treinta años en terminar de resolverse, de la mano de un protagonista que se consideraba al margen de todos los conflictos pretéritos, hasta que el pasado le roza lo suficiente...



domingo, 24 de septiembre de 2017

¿Ni vencedores ni vencidos?


Leo en Hoy  la entrevista que hacen a Jordi Alberich, director general del Círculo de Economía de Cataluña. Me parece un hombre de buenas intenciones y, sin duda, es profundo conocedor de las circunstancias que concurren en Cataluña.
Le preguntan "¿cómo hemos llegado a esto?", y responde que ha influido mucho la crisis económica, que desestabiliza a la clase media y abona el separatismo. Pues seguro que será así. También medraron en la crisis los populismos. Añade el entrevistado que a ese factor se ha sumado la torpeza política de los gobiernos españoles. Concluye el Sr. Alberich que "hará falta una salida política en Cataluña, sin humillaciones, sin vencedores ni vencidos". Y lo pide encarecidamente.
Bueno. Pero del mismo modo que los populismos crecieron con la crisis porque ya existía un germen que, básicamente, venía achacando todos los males a la economía de mercado y a las democracias liberales y, en España, concretamente, consideraba y considera a la Transición como mera claudicación, en Cataluña hay otro germen de  desafección: la educación absolutamente manipulada; la difusión de la consigna por los medios de comunicación afectos a la causa.
Respecto de la torpeza política, se suele acusar al Partido Popular de haber recurrido el Estatuto de Cataluña ante el Constitucional. ¡Qué torpeza, oigan! Resulta que el TC echa para atrás el texto legal, es decir, que es inconstitucional, y encima quien lo recurre es torpe. ¿Debemos colegir por esa regla de tres que para garantizar la paz social hay que transigir con todo lo que un poder del Estado quiera legislar en contra del propio Estado?
El caso es que sí debe haber vencedores y vencidos. Quien reta al Estado de derecho, quien proclama que se saltará la ley, quien disponiendo de sus escaños por mor de un sistema constitucional del que emanan el poder que ha recibido decide saltarse a la torera el marco normativo, esto es, el marco de convivencia, no puede quedar impune.
Tiene que vencer el derecho, la ley. Quien la perturba tiene que ser sancionado. Y eso no tiene por qué suponer humillación alguna. Simplemente, quien opta por rebelarse (no lo diré en el sentido jurídico, sino en el coloquial) asume el riesgo y ventura de sus actos.
Quizá por mi convencimiento de que debe prevalecer la ley, me inquieta la última reflexión de Pedror Sánchez, que transcribo no a la letra, pero que viene a decir que Puigdemont quiere el referendo sin diálogo; que Rajoy quiere lo contrario y que él propone el referéndum con diálogo. Mi inquietud es grande porque, creo, no es momento de buscar el puntito ácido para arrear a Rajoy, sino para que todos arrimen el hombro para contener un desafío sin parangón. Me parece.



sábado, 23 de septiembre de 2017

En Facebook


Después renegar del feisbuc durante años, acabo de sucumbir a la modernidad y me he apuntado a ese superferolítico invento. El caso es que, tras haber conseguido, mal que bien, poner el marcha la cosa, leo con retraso el ABC del jueves, donde entrevistan a mi admirado Vargas Llosa. Me alegro  que el Nobel hispano-peruano admita que en sus últimas novelas ha escrito con más claridad, que "de joven, a veces tienes la idea, completamente falsa, de que la oscuridad es profundidad... ¡Mentira". Es cierto que algunas de sus novelas se hacen difíciles de leer.
Pero lo que me pone en guardia, hoy que soy facebuquero, o facebuquista, o facebuqueador, o como rayos se diga, es lo que dice poco después: "Si la literatura desaparece y es reemplezada por esa especie de caricatura del lenguaje que vemos en las redes sociales, corremos el riesgo de llegar a un mundo de monos." ¡Uf! Habrá que esforzarse en escribir lo menos mal posible en el nuevo medio.

viernes, 22 de septiembre de 2017

¿Se puede tener menos vergüenza?

El Gobierno ha decidido desplazar efectivos policiales a Cataluña, para "reforzar" a los mossos. Con independencia de si es un refuerzo o mayor control, que falta que hace, resulta que el consejero de la Generalidad Turull niega el carácter tumultuario de las manifestaciones de estos días, a las que califica de "pacíficas, alegres y cívicas".
No contento con eso, asegura que, en aquellas, "no hay un papel en el suelo, ni un cristal roto".


Pacífica


Alegre


Cívica

Me contengo. No utilizaré epítetos.



jueves, 14 de septiembre de 2017

Un garbeo por Cuenca



Vista del casco antiguo de Cuenca (todas las fotos de esta entrada son del autor)
Hacía unos treinta y cinco años que quien les escribe no visitaba Cuenca. En realidad, mi estancia en 1981 o 1982 fue por motivos de trabajo. Llegué por la tarde cansado,venía, creo recordar, de Ciudad Real, me alojé, cené, me retiré a mis aposentos (¡qué chulo queda decir esto!) en el hotel Torremangana y, ya por la mañana, hice las gestiones que tenía encomendadas y volví a Villafranca. De modo que no es que no recordara nada de Cuenca, es que en realidad no la conocía.
Pero, por estas cosas que pasan, y como por motivos familiares últimamente me desplazo con alguna frecuencia a Ciudad Real, decido darme un garbeo por tan bella y empinada ciudad.
No es fácil llegar, hay que transitar por las autovías A3 y A4, por la A40 y por algunas otras carreteras convencionales de cuya denominación no me acuerdo. Son alrededor de 270 kilómetros, pero se hacen con gusto, siempre es un placer ir de excursión.
Llegamos y, casualidades de la vida, casi a la entrada de la ciudad encuentro un aparcamiento subterráneo junto al hotel Torremangana, en el que me alojé en mi primera visita. Desde ahí al cogollo de la ciudad antigua se planta uno en 10 o 15 minutos caminando tranquilamente.


Torre Mangana
Paseamos junto al Júcar, atravesamos un parque, subimos unas empinadas escaleras, siempre con vistas espectaculares, callejeamos y damos en la plaza Mangana, donde se encuentra la torre del mismo nombre. De modo que mi curiosidad por el extraño nombre del hotel en el que antaño me alojé, el Torremangana, queda resuelta. En la foto tienen ustedes la torre.

Plaza Mayor y catedral
Sin ser espectacular, según creo, la plaza Mayor es bonita, colorida (fíjense las fachadas de las casas de la derecha), y con la catedral forma un conjunto agradable. A la entrada está el Ayuntamiento. Hay instalado un mercado medieval. En la plaza de la Merced han puesto atracciones que quieren copiar las que pudiera haber en una feria del medioevo. Me recuerda a una  similar, aunque más lograda, que vi en Foix (Francia), en los primeros años 90. En Cuenca, la animación y los tenderetes están en la plaza Mayor y en las calles y plazuelas aledañas.

Vista de la plaza Mayor, con el Ayuntamiento al fondo, sobre unos arcos.


Rascacielos
La publicidad turística dice que antes que en Manhattan, ya había "rascacielos" en Cuenca. Pues ahí tienen ustedes una curiosa foto.

Con los "rascacielos" al fondo
Aquí tienen a su seguro servidor posando para la posteridad con un magnífico fondo. Los "rascacielos" a la derecha.

Vista parcial de las casas colgadas
Desde luego, la imagen quizá más célebre de Cuenca es la de las casas colgadas. Espectaculares sobre el precipicio. Como el autor padece de vértigo, no puede ofrecerles una foto adecuada. Para eso disponen ustedes de estupendas postales y de webs documentadísimas.

Jesús con las alturas
Para fotografiar las casas colgadas debería haberme situado sobre el puente que se aprecia a la izquierda de la foto. Ni hablar.
Seguimos ruando y damos con una curiosidad. Miren la foto:

Calle de Guerra Campos
Monseñor Guerra Campos fue un obispo muy conservador, que se las tuvo tiesas con el cardenal Tarancón y que, parece ser, no era muy simpatizante de Pablo VI. Fue muy controvertido durante los años de la Transición y ocupó no pocas páginas de la prensa. Llegó a ser procurador en Cortes, y fue uno de los que votaron en contra de la Ley para la Reforma Política.
Que conste que no pongo la foto a modo de crítica o denuncia; si los conquenses quieren dedicarle una calle, bien está. Estarían contentos con su labor pastoral. Ni entro ni salgo. Pero me resultó curiosa la dedicatoria. 

En fin, que bajando del casco histórico nos damos con un original conjunto escultórico, que les expongo a continuación:

Músicos de metal
Y para terminar, un breve apunte gastronómico. Ya en el casco moderno comemos en uno de los concurridísimos mesones de la calle San Cosme. Buena comida, mal vino. El precio no es malo, pero en la carta tasan el menú un par de euros menos de lo que supone la cuenta real. Los camareros, simpáticos, pero alguno tiene alguna tendencia al pregón y, a voz en grito, mientras te atiende, alecciona al resto de los meseros para que atiendan a tal o cuan cliente. Lentos para cobrar. Tengo que ir yo a la barra para liquidar la cuenta. Pero, insisto, la comida, rica.


















lunes, 11 de septiembre de 2017

Otro 11 de septiembre

abc.es
Lo leo en El País el pasado día 2: tras el 11 de septiembre de 2001, "Walmart vendió 116.000 banderas nacionales ese día y, al siguiente, 250.000, cuando las ventas habituales estaban de 6.000 a 10.000 diarias".
Lo mismo que aquí, ¿verdad? Y sobre todo hoy, en Cataluña, donde ya no es que esté preterida la bandera nacional española, sino también la autonómica. Ahora la que mola es la estelada.