viernes, 14 de mayo de 2010

Yo no hago huelga

Nunca me han gustado las huelgas, y siguen sin gustarme. No participaré en la que hay convocada por los sindicatos para protestar por la disminución salarial que el Gobierno nos adjudica, después de dos años de inanidad política, de marear perdices y de engañar al personal. Ahora pagamos los platos rotos los de siempre, los que estamos más a mano.
Pero no me da la gana de sumarme a ninguna huelga (salvo, claro está, si uno de esos amabilísimos piquetes dizque informativos me coacciona, con ese estilo tan democrático que se gastan), cuando en España hay casi 5 millones de parados. Menos voces, y más votar con sensatez, sin dejarse guiar de consignas rancias. Se sabía cómo funcionaba Zapatero, se anunciaban aires de crisis, y venció el mensaje de que todo eran insidias de la derecha antipatriótica. Cuanto peor, mejor, decían que tenía para sus adentros el PP. Ahora, seguro, no faltará quien eche la culpa de todo a la derecha.
La mejor manifestación, en las urnas. Si tan descontentos están, pidan anticipo de elecciones. El país no está para algaradas ni para más pérdidas de producción. Y los sindicatos, y los partidos, menos subvenciones. Y en el Senado, cuando vaya Montilla, que hable en español, que todos le entenderán sin tener que gastar más de 6.000 euros para una sesión, días después del anuncio de recortes sociales. Menos cara dura, oiga. A mí, por lo menos, no me vengan con cuentos.
Por cierto: las medidas son para evitar la quiebra del Estado. Lo de salir de la crisis es harina de otro costal. A ver en qué queda todo. Y a ver si cogen al chivo que se come todos los brotes verdes. Amén.