lunes, 19 de junio de 2017

Muy bien, Sr. Guerra (sobre el art.º 155


Pues a lo mejor el señor Guerra tiene razón, y habría que aplicar el artículo 155. O a lo mejor es más prudente ir por otras vías. Es arriesgado calcular cuál sería el método idóneo para frenar la sedición secesionista. Siempre, claro, con la ley en la mano.
Con certeza, la vía expeditiva que propone el exvicepresidente del Gobierno está en la mente de muchos. Pero la clave, en mi modesta opinión, es: ¿qué diría el PSOE de Pedro Sánchez? ¿Cuánto tardaría en acusar al Gobierno y a su presidente de opresor, de carente de talante para el diálogo y de otras muchas lindezas?
Aplicar un artículo de esa naturaleza requiere el concurso de la oposición mayoritaria. Me malicio que, en los tiempos que corren, Sánchez no sólo no estaría por la labor, sino que, de añadidura, saltaría a la yugular de Rajoy. ¡Ojalá me equivoque! Y, sobre todo, ojalá no sea preciso llegar tan lejos: es decir, más vale que los sediciosos se retracten. ¡Iluso de mí!



sábado, 17 de junio de 2017

Estado plurinacional


Si España es un país plurinacional, ¿de cuál de las naciones preexistentes formamos parte los extremeños? ¿De la extremeña? ¿De la castellana? ¿Acaso debemos conformarnos con pertenecer a una de segunda división, a la que podríamos llamar Postespaña,  o Neoiberia, o algo así?
Si, como está más que a la vista, cualquier reconocimiento a la diversidad cultural de nuestras regiones, a su idiosincrasia, a sus singularidades, está acomodado (demasiado, para no pocos) en la Constitución, ¿a qué viene esto de la plurinacionalidad?
En román paladino, estamos ante la constatación de que a algunos se les pretende sobredimensionar el estatus que ya tenían contemplado. Los demás, a remolque.
¿Es eso igualdad? ¿Acaso equidad? ¿Enfilamos el camino al cantonalismo sin acordarnos de la I República? ¿Satisfará tan fenomenal hallazgo político a los separatistas?
Como siempre, el tiempo lo dirá. Y, también como siempre, hay errores que acarrean consecuencias difíciles de enmendar. Claro que, a lo mejor, los equivocados somos los que nos aferramos a que no es lo mejor dar patadas al árbol constitucional. 

sábado, 3 de junio de 2017

Había una vez un circo... con animales


Vale, demos por bueno que los animales, cuando son extraídos de su medio natural, sufren. Y que si se les exhibe en los circos llevando a cabo ejercicios que nada tienen que ver con su naturaleza, la crueldad se incrementa; que soportan, por lo tanto, una vida de degradación. Es decir, que todos ellos son torturados en su cautividad. Esto es lo políticamente correcto, facha el que no lo comparta. Así que, siquiera a lo largo de unas líneas, aceptaremos las tesis animalistas más exacerbadas, bien aplicadas por regidores diligentísimos. Dios me libre de pensar que algunos Ayuntamientos pretendan hacer la puñeta a los circos.  Pero quizá estas energías estarían mejor empleadas en en otras provechosísimas gestiones.
               Continuemos, pues, con el espíritu de liberación animal. La cosa, desde luego, no termina en el circo. Más allá de las carpas y de las jaulas de tigres, leones o elefantes existen otras numerosas actividades que el hombre ejecuta para su solaz valiéndose de la más diversa fauna. Por ejemplo, los concursos hípicos. A ver, dónde está demostrado que los caballos, en su estado natural, se dedican a hacer saltos de obstáculos con un jinete sobre su lomo. O en qué parte de la genética equina está escrita la innata tendencia a elaborar elegantes pasos para delicia de los aficionados. Ergo, si nada de eso es natural, ¿qué pintan los concursos hípicos? ¿No sufren los caballos soportando el peso de los jinetes (y amazonas, claro, no faltaría más), trotando, galopando o lo que se tercie? Sean anatema esos certámenes, acábese con ellos. A mayor abundamiento, suprímase la pesada carga de los animales de ídem, qué es eso de que tiren de carros. El que quiera transporte, que use tractores…. ¡Alto! los tractores contaminan, consumen gasóleo, hacen ruido, echan humo… Imposible. Y ¿entonces? Pues que tire el labrador del carro y del arado, no faltaría más.
               Oigan, ¿y el ganado porcino, ovino o bovino en la Feria de Zafra? ¿No hemos quedado en que son representantes de la mejor cabaña de la ganadería extensiva? ¿Qué pintan esos bichos encerrados, estabulados, soportando el deambular constante del público, que les estresa y les fastidia? Tamaña afrenta exige, de inmediato, una solución: fuera la esclavitud del ganado. Si lo desean, pongan un vídeo de las reses paciendo en las fincas (¿Pero, nos los podremos comer después? ¡Qué aberración, ni lo sueñe!)
               Me vienen ahora a las mientes los perros, esos seres que a tantos resultan adorables, que son educados y exhibidos por doquier (con harta frecuencia dejando incontestables huellas de su tránsito). ¿No es antinatural amaestrarlos, enseñarlos a sentarse y levantarse a la voz del amo y a hacer otras virguerías? ¡Uf, y qué les digo de los concursos caninos! En Zafra tuvimos uno hasta hace algunos años. ¡Qué indignante, hacer desfilar a los chuchos, acicalarlos para la ocasión…! Todo antinatural, sin duda. Vade retro
               Seguimos pasando revista. A ver, qué hacemos con los canarios, jilgueros, loros, periquitos, cotorras y cualesquiera otras aves que viven encerradas en jaulas con bebederos y columpios, atiborradas de alpiste o de lo que coman, soportando la pesadez del amo, que se empeña en que canten, hablen o hagan no sé qué gracietas. ¡Horrorosa abominación! Prohíbase la cautividad.
               ¿Y qué me dicen de las peceras? Tamaña atrocidad merece especial mención. Fíjense, se coge un pececico, cuyo hábitat natural es la inmensidad marina, y se le encierra entre cristales. En el mejor de los casos, sus dueños serán pudientes y se permitirán instalar un acuario de considerables dimensiones, amablemente decorado con pecios a escala, rocas, plantas… hasta algún cofre con tesoro incluido, con sus monedita de oro desparramadas. Todo simulando el fondo marino para que el pez esté ambientado y, quién sabe, entretenido. A falta de depredadores naturales, su vida discurrirá aleteando entre el decorado, en un agua con la temperatura regulada y alimentado con nutrientes ad hoc. Vida muelle, pero esclava. Menos suerte correrá el que venden en algún mercadillo, supongo, entregado en una bolsa de plástico con algo de agua y que vivirá cuanto le corresponda en una pecera esférica sin ningún tipo de atrezo hasta que un día aparezca flotando panza arriba (¿Es apropiado hablar de panza en el caso de los peces?).
               Para rematar la galería de aberraciones, no puedo dejar de referirme a los monos, ratones, conejos y demás fauna que es inoculada en los laboratorios con todas las porquerías que a los científicos se les ocurre, y con los que se ensayan tratamientos. ¡Pobrecillos! ¡Cuánto ensañamiento! ¿Pero, con quién se deberían hacer los experimentos? Bueno, no se me ocurre una respuesta adecuada, pero seguro que los defensores más documentados del reino animal tienen alguna.
               En fin, por no aburrirles no sigo indagando en la cantidad de extravíos que cometemos con los animales. ¡Pero qué bárbaros que somos! Sean condenados de vehementi cuantos incurren en las atrocidades y persisten en ellas. Protejamos la fauna, ¡ar! Por cierto, ¿será lícito comer vegetales? ¿Tendrán sentimientos las plantas?
               La única duda que me cabe, después de tanta prohibición, es qué va a ocurrir con los emancipados del reino animal si triunfan tan humanitarias tesis. ¿Dónde se acomodará tanto liberto? ¿Pasearán por nuestras calles los tigres del circo al igual que las vacas sagradas lo hacen por las de las ciudades de la India? ¡Qué lío, oigan! Y, por último, me pregunto qué será de domadores, adiestradores y toda la patulea de indignos individuos de la raza humana que han tenido la ocurrencia de ganarse la vida a costa de los bichos (incluyo a los vendedores de las llamadas mascotas y a quienes antinaturalmente disfrutan de ellas). Pues al paro, no faltaría más. Al más sañudo de los ostracismos. ¿Y por qué no a la cárcel, o a campos de reeducación?
Por cierto, y ya no les aburro más: ¿habrá este año concurso hípico en Zafra? ¿Y animales en exposición en la FIG?