martes, 27 de mayo de 2008

Un poco de Zotal

Chiste publicado en ABC de hoy por Puebla.
Jardiel Poncela decía que el humor era el Zotal de la literatura. Por eso, con la que está cayendo, reproduzco la viñeta de Puebla que publican en ABC. Un poco de Zotal que desinfecte tanta mala uva, tanta picazón... Cuando se hace difícil seguir a San Ignacio (En tiempo de turbación, no hacer mudanza), un poquito de Zotal en forma de humor.
Por cierto, ha pasado un año desde las últimas elecciones municipales, y yo sin enterarme.

viernes, 23 de mayo de 2008

¿Pásalo?

Si Dios no lo remedia, hoy se manifestarán en la puerta de la sede central del PP algunos de sus militantes, en apoyo de María San Gil. Yo conozco bien qué es eso de unos afiliados vociferando (aunque sea de alegría) en la puerta de una sede frente a otros, también compañeros de partido. Es de lo más desagradable y, si se me permite, miserable.
Por si no tuviésemos bastante con el PSOE como convocante de manifestaciones en la puerta de nuestra sede, ahora algunos del propio PP se ponen manos a la obra.
Por mi parte, sigo sin saber por qué se va de la dirección regional María San Gil. Sigo viendo amagos, sin que nadie se decida a presentarse frente a Rajoy. Ignoro por qué Esperanza Aguirre dice que algo funciona muy mal en la dirección nacional del partido, cuando ella es, desde antes incluso de las elecciones, una de las principales responsables del follón que se ha formado: si quiere liderar el PP, que dé el paso al frente, y se deje de zarandajas con la ideología, el liberalismo y lo que se le vaya ocurriendo. Gobierna Madrid infinitamente mejor que conduce su legítima ambición política.
Al final parece que se trata de desgastar a Rajoy, cerrar en falso el congreso de junio, y en 2011
volver a la carga.
Como un servidor no cree que haya ningún cambio ideológico en el Partido Popular, no entiende a qué obedece esa desconfianza que se viene generando entre algunos. A lo mejor es que soy iluso y no escucho la COPE.
Hace meses, Rodolfo Martín Villa, en Zafra, invitado por el Foro Zafrense, afirmó que la UCD se disolvió como lo hace una empresa que ya ha cumplido su objeto social. Espero que el congreso de junio en Valencia no tenga nada que ver con el de los centristas en Palma en 1981. La Transición ya pasó; ahora se necesita a un PP fuerte frente a un PSOE cuyo Gobierno lleva un par de meses metiendo la pata, como es su vocación, con toda tranquilidad porque la oposición está en otras guerras.
Sigo diciendo que Rajoy es, hoy por hoy, la mejor opción, aunque sin duda ha cometido errores. Que lo que se necesita es planificar estrategias que permitan que millón y pico de ciudadanos confíen en el PP y lo voten, y no tienen por qué ser precisamente nacionalistas. Modificar estrategias y tácticas no tiene nada que ver con abandonar la ideología, sino con usar el sentido común. Porque por esa regla de tres, Alianza Popular no hubiera devenido nunca en el Partido Popular, y éste jamás hubiera gobernado. Por la misma, el cambio desde el Movimiento a la democracia no hubiera sido posible.
Estoy, como militante de base, hasta el gorro de doctrinarios, dicho con todo el respeto y con el reconocimiento de los méritos de quien los tenga. Pero así no vamos a ninguna parte. Y, desde luego, los del pásalo no tienen perdón de Dios. Digo yo.

lunes, 19 de mayo de 2008

En la playa.

No es mala cosa escaparse de vez en cuando y darse un garbeo por esos mundos de Dios, aunque no vaya uno muy lejos. Viajar sirve para desintoxicarse de lo cotidiano y, aunque realmente no se descansa demasiado por las puñeteras prisas para disfrutar de todo, por lo menos el cansancio físico se cura con buenas siestas.
Animado por esta filosofía y aprovechando el puente de San Isidro, me he plantado en un rato en una playa de la provincia de Cádiz. Les diré que el tiempo no acompañaba, por lo que sólo he podido caminar por la orillita del mar, sin darme algún chapuzón, cosa que en absoluto me quita el sueño, porque servidor es de secano y va a la playa por una cuestión consensual; lo más que me he mojado son las pantorrillas, y el paseo por la arena, escuchando el romper de las olas, es realmente relajante. Con eso me basta y sobra.
Me alojo en un hotel con toda suerte de comodidades, uno de esos monstruos con más de cuatrocientas habitaciones y numerosos servicios para el entretenimiento del turista, que por lo visto reclama ser distraído constantemente: quizá por eso en mitad de la cena se nos presentó una noche una especie de coro rociero, perfectamente ataviado y cantando sus coplas o lo que sean mientras tocaban las castañuelas. Tipical spanish, claro, para consumo del personal mayoritariamente tudesco, buena parte del cual me malicio que es contemporáneo del káiser. Por cierto, los horarios del comedor sin infames. Eso de que se haya de cenar a partir de las seis y media de la tarde y no más allá de las nueve me lleva por la calle de la amargura. Pero como el negocio hostelero, fundamental para nuestra economía, se adapta a los usos y costumbres de la mayoría, no nos queda otra que amoldarnos.
Hablando de estos nordestinos: dicen que son gentes muy educadas. No lo dudo, pero hay de todo, créanme. Me malicio que muchos, cuando cruzan la raya de España, deben de pensar que aquí todo el monte es orégano. Lo digo porque las normas del hotel establecen que en el comedor no se puede andar con pantalón corto, etcétera: a la mesa hay que sentarse como Dios manda. Pues hete aquí a un buen puñado de hombres no sólo en mini short, sino también ataviados con esas horrorosas camisetas de tirantas serigrafiadas con infames dibujos y lemas que prefiero no entender. Y no será por desconocimiento: los amabilísimos empleados del hotel hablan todos alemán, los letreros anunciadores son plurilingües… No es por falta de trujimanes, es por falta de educación.
Más allá de las cristaleras del comedor también campa por sus respetos la ausencia de urbanidad. Paseamos por la playa y nos encontramos con varios individuos acompañados (¿acompañando?) por unos perrazos que dan miedo, evidentemente sin correa ni bozal y caminando varios metros por delante de sus dueños. Está perfectamente señalizado que no pueden entrar perros a la zona de los bañistas. Es igual. De modo que optamos por alejarnos, no vaya a ser que algún chucho nos propine una dentellada o el amo nos dé una coz. Eso sí, centramos nuestra atención en el terreno, no vayamos a pisar algo más que arena.
Pero permítanme que me extienda en un episodio que colmó mi paciencia. Ocurrió en la piscina climatizada del hotel, magnífica instalación en la que, a falta de sol, se da uno un chapuzón en agua templada y hace algo de ejercicio, cuestión que, como bien saben quienes me conocen, no me viene nada mal. Alguna que otra persona mayor hace unos largos parsimoniosamente, seguramente aconsejada por su médico, que le pondera lo bueno de la natación para impedir el anquilosamiento.
La climatizada es, o debe de ser, una piscina pacífica; nada tiene que ver con las otras enormes, exteriores, en la que es distinto el ambiente. Pero como no hay paraíso sin serpiente, tuércese la cosa. Cerca de nosotros se encuentra una familia formada por padre, madre y niño-no-me-riñas-que-me-traumatizo. Mientras el padre (o progenitor A) dormita sobre una tumbona, la madre (o progenitora B), mantiene una conversación telefónica interminable y, por supuesto, a voces. ¿Qué hace, entre tanto, el menor de edad? Pues llamar a gritos la atención de sus ocupadísimos papás quienes, naturalmente, no hacen ni puñetero caso del niño, con lo que éste grita más fuerte aún sin obtener respuesta y con el daño colateral en los tímpanos de los pacíficos bañistas de los alrededores. Emprende el niñato maniobras consistentes en tirarse cual si fuera una bomba en medio del agua, evidentemente sin prestar atención a los carteles que avisan que esa conducta está prohibida. Cada salto lo anuncia con los gritos de rigor. Ora salta, ora nada hacia donde estamos los demás, se cruza en nuestro camino, nos salpica, nos invade, nos aturde, nos anonada, nos cabrea. Vuelve a salir del agua. Vuelve a saltar y en la acrobacia está a punto de arrollar a un anciano. Aburrido, el cagalaolla decide variar el juego. Ahora sale, toma un balón de esos de playa, lo arroja al centro, se lanza por él. Vuelve a cogerlo, vuelve a tirarlo, lo persigue, lo retoma, lo tira, lo hunde, lo reflota, lo echa, lo agarra, sale de nuevo, vuelve a tirarse y echa al aire el puñetero balón, en cuyo último vuelo pasa rasante sobre mi cabeza, momento en que invoco con todas mis fuerzas a Poseidón para que emerja del mar y ensarte en su tridente el balón del niño y las pelotas del padre. Pero el buen Neptuno no responde, porque anda por Madrid, a un tiro de piedra del Congreso, esperando que de una puñetera vez acudan los del Atleti.
Ne quid nimis. Si el dios de los mares no me echa una mano, yo solo me auxilio. Con voz tonante increpo al niño sugiriéndole que haga con el balón lo que ustedes imaginan. La madre oye el vozarrón, aparta el teléfono de la oreja y clama: ¡Fulanito! Vuelve el teléfono a su sitio, continúa la conversación sin novedad. Pero el mocoso está patidifuso, con ojos como platos y seguramente pensado cómo alguien, un desconocido, le ha llamado la atención cuando ni en casa, ni seguramente en la escuela, se atreven. Me retiro de la piscina. Mi jornada de baño ha terminado. Durante un instante pienso: ¿quedará traumatizado el niñato? El pensamiento es fugaz, dura sólo un instante. Porque, créanme, me importa un pimiento. Tan poco como a sus padres la educación del infante.

sábado, 17 de mayo de 2008

¿Qué pasa, María?

Para la derecha española, o para el centro-derecha, si así lo prefieren, María San Gil es un referente por su valentía, por su carácter batallador, por colaborar a que en una parte de España en la que es tan difícil ser libres se pueda escuchar la voz no sólo del PP, sino de todos los demócratas. María San Gil es admirada, goza de simpatías dentro y fuera del partido, y creo que es una política íntegra.
Precisamente porque es para nosotros algo así como un icono al que respetamos profundamente, nos ha cogido por sorpresa el anuncio de la líder popular vasca: está a prueba la confianza en Mariano Rajoy. Si el desencuentro proviniese de algún otro dizque líder, estoy convencido de que no nos preocuparía en exceso la cosa. Pero por el aprecio que tenemos a María, por su trayectoria admirada, creo que tenemos derecho a conocer qué ha pasado, qué pasa y qué puede pasar.
Me resulta difícil asumir que la cosa venga por la ponencia política redactada para el próximo congreso de Valencia. He leído el texto de la cruz a la fecha y, salvo que mi escasa perspicacia me traicione, me parece que cualquier afiliado del PP estamparía el nihil obstat.
¿De dónde viene la desconfianza en Rajoy? ¿Qué giro ideológico se fragua en la altas instancias populares? ¿Acaso alguien ha propugnado algún acercamiento al nacionalismo más allá del que permitió que Aznar gobernara en su día, y la voz de María es un non plus ultra? ¿O simplemente lo que se cuece es la cuestión del liderazgo?
Creo que nos gustaría conocer las claves de la cuestión. Entre otras cosas porque a muchísimos también nos parece que Rajoy es un buen líder para el proyecto popular en España, como San Gil lo es para el País Vasco. Y también porque estamos asistiendo a demasiados amagos que nos confunden. María San Gil, Rajoy, o ambos, deben sacarnos de dudas. Me parece.


lunes, 5 de mayo de 2008

Todo está visto en el fútbol


Publicado en "Hoy", el 14-11-2000

jueves, 1 de mayo de 2008

Estrategia, no ideología



En mi opinión, el debate que hoy necesita el Partido Popular no es que el sugiere Esperanza Aguirre, de tipo ideológico, aunque me malicio que esto sólo sea un subterfugio; antes bien, se debe reflexionar sobre estrategia. Es decir, cómo conseguir la confianza del millón y pico de ciudadanos que deben de votar al centro-derecha para que pueda gobernar. Cómo exorcizar los fantastas de la agitación y propaganda que encasillan a los populares. Por ahí me parece que pudiera ir mejor la cosa.

La ideología creo que está clara, y la teoría del centro reformista ya basta. De todos modos, para aquellos que quieran conocer una visión muy certera del sustrato ideológico popular, recomiendo la lectura de la Tercera de ABC de ayer, firmada por Carlos Robles Piquer.