miércoles, 30 de mayo de 2007

Giro lampedusiano

De la magnífica obra de Lampedusa, "El Gatopardo", me valgo para la reflexión de hoy, referida a las elecciones municipales. En ella, Tancredi, sobrino revolucionario del príncipe Fabricio, protagonista de la novela, viene a decir a su tío algo así como que es necesario que todo cambie para que todo siga como está (cito de memoria, y no recuerdo la literalidad de lo escrito, pero es muy parecido, seguro).

Pues eso ha ocurrido en Zafra: todo ha cambiado (véanse procesos y circunstancias de los partidos) para que todo siga como estaba. Es decir, en vez del giro copernicano que se precisaba, hemos dado un giro lampedusiano, de 360º: volvemos, por tanto, a la situación de 2003, con empate entre PSOE y PP y arbitraje de IU-SIEX.

Sobre este tema reflexionaré algo más extensamente en mi artículo de junio de "Zafra Información". Eso sí, no quiero dejar de señalar que mientras no se modifique la ley electoral, las previsiones sobre qué pueda pasar hay que hacerlas con arreglo a escenarios reales, no a invocaciones a lo deseable.



sábado, 19 de mayo de 2007

Gerard de Rambouillet

De entre las cosas que me llenaron de satisfacción durante mis ocho años como concejal de Zafra, quiero destacar hoy mi humilde colaboración para que el hermanamiento entre Rambouillet y Zafra se hiciese realidad.

No voy hoy a hablar de las ventajas del hermanamiento; además, ya publiqué en su día un artículo en prensa. Pero sí quiero recordar que en Rambouillet he encontrado unas personas con unas cualidades realmente impresionantes. Por ejemplo, Gerard Larcher, alcalde la primera vez que visité la ciudad francesa. Cuando volví había cedido la alcaldía a Jean Fréderic Poisson, puesto que lo habían nombrado Ministro de Trabajo.

Larcher es político en estado puro. Su humanidad arrolla y la gente lo quiere. Sus mayorías no son absolutas, son aplastantes. Su ciudad es ejemplo de dinamismo y su sucesor, Jean Fréderic Poisson, es un dignísimo alcalde.

En mi segunda visita a Rambouillet, en la que un servidor ya sólo iba como concejal, no como teniente de alcalde, y Larcher ya era ministro, nos invitó a cenar en el Ministerio, y tuvo el detalle de nombrar mi gestión en el proceso de hermanamiento. El marco de solemnidad, de Grandeur, no impide al ministro mostrarse con toda su campechanía. La gente lo quiere, y los que lo hemos conocido no podemos sustraernos a su magnetismo: lo mismo presenta a la reina de las fiestas del Muguet en el escenario, que, bajo la lluvia, se dirige a los concursantes en un concurso de carrozas con tono festivo y directo.

Larcher es todo lo contrario al estiramiento, al afeite, a la impostura. Larcher es una voluminosa humanidad al servicio de su pueblo, sin necesidad de máscaras.

Créanme, si alguna vez viene por Zafra, no pierdan la oportunidad de conocerlo. Es un gran ejemplo para todos. Y, aunque no habla español, su bonhomía no precisa de intérprete.

domingo, 13 de mayo de 2007

Qué poca sensibilidad


¡Qué poca sensibilidad! No consigo hacerme víctima del síndrome de Stendhal.

viernes, 11 de mayo de 2007

Una campaña tranquila


Por primera vez en los últimos trece años no voy a participar en ningún acontecimiento relacionado con las elecciones municipales y autonómicas, que en esta ocasión se celebrarán el próximo 27 de mayo. Ni lucharé por una silla en la plaza del Pilar Redondo, ni participaré en mítines, actos, repartos, etc.

Son las cosas de la retirada de la política activa, cuestión que no hay que confundir con la abdicación de las ideas ni con el pasotismo político.


Aunque durante la campaña electoral se mueven pocos votos, hay que ser serios en los mensajes y en la formas, porque todo el mundo está bajo lupa y las tonterías se notan mucho. Aquí no vale seguir ese genial chiste de Mingote, "vote a Gundisalvo, a usted qué más le da". Nos jugamos demasiado.
De modo que a esperar que sea lo que el Pueblo quiera, y que los electos tengan acierto, por el bien de Zafra.