miércoles, 26 de octubre de 2011

Conferencia del Foro

Ya lo saben, como siempre están ustedes invitados a esta conferencia, que versará sobre un tema de actualidad rabiosa.

Ruegos y preguntas

Ha transcurrido no poco tiempo desde que vi el último pleno del Ayuntamiento de Zafra por televisión. Hoy, mientras zapeo por los canales que puedo sintonizar en casa, me topo con la retransmisión del último, celebrado el pasado lunes. Llego justo en el inicio de los ruegos y preguntas, sección que, bien aprovechada, es un magnífico instrumento para el control político del Gobierno local. De paso, los ciudadanos de a pie pueden comprobar cómo funcionan gobernantes y opositores.
Los ruegos y preguntas son, ciertamente, incómodos a quien gobierna. Pero cuando uno sabe de qué va su trabajo, tiene claras las ideas, y se esfuerza un poco en su labor, no hay ninguna pregunta que deba incomodar, máxime cuando el repertorio de respuestas queda al albedrío del preguntado.
Quizá por esa incomodidad, el anterior Gobierno exigió que las preguntas de la oposición se encadenaran una tras otra, viniendo las respuestas también de seguido. ¿Qué se consigue con esto? Uno, aburrir al respetable, que cuando escucha la última pregunta ha olvidado qué cuestiones ponía sobre la mesa el primer interviniente. Dos, rebajar de categoría al punto del orden del día que debería ser uno de los estelares, al dejar que fluyan las preguntas sin contestar de modo individualizado. Tres, facilitar que los aguijones de la oposición hagan menos daño. En definitiva, me parece poco adecuado el hacer recitar todas las preguntas y contestar con una letanía de respuestas, en una estrategia impresentable para salir del paso, y si es posible para estar menos tiempo en el salón de Plenos. El político bragado no tiene por qué ahuyentarse de los ruegos, las preguntas y las interpelaciones.
El caso es que me sorprende ver cómo hoy se ha seguido la misma fórmula que se criticaba a los socialistas. Recuerdo perfectamente que, cuando un servidor aún permanecía en la Corporación, era constante la crítica popular por este motivo. Supongo que en el último mandato, ocurrió lo mismo. Por una cuestión de coherencia, digo yo.
De modo que, según espero, esto no ha sido más que un seguir una costumbre, una rutina, un descuido. Estoy absolutamente convencido de que en el próximo pleno el grupo popular -que sin duda tiene capacidad sobrada para contestar a cuanto se pregunte a cada uno de sus miembros- cambiará esta fea práctica y sabrá dar respuesta individualizada, clara, tanto para los concejales interpelantes como para los ciudadanos que siguen las sesiones por la televisión. ¿Verdad? Seguro que sí.

martes, 25 de octubre de 2011

¿Un brumoso "homo videns"?

Asisto ayer, atendiendo a la amable invitación que recibo del Ayuntamiento, a una exposición que titulan "Lugares de la e-lectura" y que está acogida en las instalaciones de la Biblioteca municipal. Unos paneles con excelentes fotografías, creo -si no he entendido mal, cosa que no descarto- que pretenden convencernos de que todo el despliegue sensorial que acompaña al acto de la lectura también es posible utilizando el libro electrónico. Puede ser. Yo no acabo de convencerme; sigo disfrutando con el libro de siempre, en el que subrayo, o anoto al margen. El libro de papel se me puede caer al suelo en el excelso momento de la cabezada, cuando el sopor -fruto de la lectura o del cansancio- te envuelve y te vence silentemente, sin que sufra daño grave. Peor debe ser, digo yo, que caiga al suelo el cacharrito electrónico y se rompa, o que te golpee en la crisma... Aunque, bien pensado, algún golpe contundente he recibido por culpa del embriagador sueño y de volúmenes magnos por peso y por tamaño.
En fin, casualidades de la vida, hojeo y ojeo el ejemplar de ayer de ABC, que curiosa y felizmente hace el número 35.000 (sea enhorabuena y por muchos años), y me topo con dos artículos, uno de Fernando Iwasaki y otro de Juan Manuel de Prada. Les transcribo un par de párrafos del primero, que da en titular QDAMS N L'KFTRÍA?

"Por otro lado, la idea de que la gente consumirá más arte, literatura y conocimiento gracias a la hegemonía de las pantallas sobre el papel se me antoja una candidez. ¿Por qué quienes no leen libros de papel sí tendrían que leer libros electrónicos? En realidad, quienes ya leen novelas impresas las seguiran leyendo en ediciones digitales y quienes sólo leen prensa deportiva o revistas del corazón las seguirán consumiendo en tabletas. Si ni siquiera el hábito hace al monje, parece mentira que nos quieran hacer creer que el e-reader hará el hábito".
"Los viejos relojes medievales siguen marcando las horas con perseverancia de bolero y a nadie se le ha ocurrido dinamitar las tores de las viejas iglesias para sustituirlas por gigantescos ingenios multimedia que den la hora, el tiempo y las noticias, porque las campanas medievales son para que las disfrutemos todos y los relojes digitales para que los disfrute cada uno".

A ver qué dice Juan Manuel de Prada. Me temo que continúa el escepticismo.

"El periodismo impreso afronta, en esta época en que los agoreros anuncian la muerte del papel, la tentación de sustituir a su destinatario natural, el lector de periódicos, por un brumoso homo videns que se nutre de información a través de la pantalla. Es una tentación suicida; y un empeño contra natura, además (...)"·

En fin, un servidor sigue con el papel. Eso de tener mil o dos mil libros en un chisme debe ser horroroso. Lectura tras lectura sin cambiar el continente, sin mudar de encuadernación, de peso, de tacto del papel, sin disfutar de portadas, contraportadas, sin poder señalar entre las páginas con una tarjeta en la que uno anota palabras desconocidas, frases que llaman la atención, ideas que merece la pena recordar... ¡Qué aburrido, Señor! Eso se me hace muy cuesta arriba. Ustedes lo pasen bien.

martes, 18 de octubre de 2011

¡Anda, si han pasado 28 años!

Cosas de la memoria. Sin ningún motivo me viene a las mientes que, un día de septiembre de 1983, cumplí con mis trece meses y pico de mili y salí, con "la blanca" en la mano, por la puerta de la Escuela Militar de Montaña y Operaciones Especiales, de Jaca (no se me alteren, mis operaciones especiales no pasaban de hacer la nómina de la Escuela, desde la oficina). De modo que han transcurrido cerca de treinta años. Casi nada. Ahora, después de tanto tiempo, queda el contar batallitas y dar rienda suelta a las carcajadas con las innumerables anécdotas que todos los que pasamos por el trance de servir a la patria podemos contar durante horas.
Lo que pasa es que a los mozos de ahora esto de la mili les suena a chino, desde que aquel presidente con bigote decidió acabar con las levas obligatorias, cosa que, por cierto, vendieron poco: si hubiesen sido los de enfrente, el aparato de propaganda no habría dejado de tronar. Además, parece que todo lo militar suena a cosa carca, risible, antigua... Ahora, los ejércitos están para ayudar, qué coño es eso de la guerra. Se va a misiones de paz, nada de cuerpos expedicionarios que pegan tiros por ahí por cuestiones de seguridad o estrategia geopolítica, qué cosa más cutre.
En fin, a muchos les vendría de perlas año y pico de cuartel (advertencia para los comentarios recriminatorios: como yo piensan muchos, tan de derechas o tan de izquierdas como pueda ser usted, así que ahórrese la molestia de quejarse). Y, mientras, como consecuencia de la crisis, hay tortas por apuntarse al Ejército.
Bueno, queden con Dios y reciban un saludo de uno de la fiel infantería, ya en la licencia absoluta.

domingo, 9 de octubre de 2011

Alta traición para nuestros bosques

"La montaña mágica", de Thomas Mann, es una novela apabullante, no sólo por su extensión, casi mil cincuenta páginas en la edición que tengo en casa, sino por el despliegue de erudición que, en diálogos a veces inverosímiles y en pasajes que llegan a convertirse en exasperantes para el profano, hacen de esta obra una pequeña enciclopedia en la que se trata sobre la vida, la muerte, el amor, la enfermedad... Son especialmente remarcables los duelos dialécticos entre el librepensador y masón Settembrini y el jesuita judeoconverso Naphta, duelos que acaban rebasando lo meramente intelectual para llegar al campo del honor real, físico... La mayor parte de la acción novelesca se sitúa entre los muros de un sanatorio de alta montaña para tuberculosos, donde los internos tienen que hacer de lado al aburrimiento, a veces a base de cometer auténticos disparates. Un novelón, en fin, que me costó trabajo leer, pero magníficamente escrito, y del que he podido extraer un buen puñado de notas. Animado por haber superado -siquiera someramente- esta prueba, me propongo reintentar leer a Proust, del que dejé a medias su "Por el camino de Swann", primera de las entregas de la heptalogía "En busca del tiempo perdido". Abandoné la lectura, también apabullado por el preciosismo de su prosa. De puro bien escrita, la novela me anonadó y no pude seguir.
Bueno, digresiones aparte, me llamó la atención en "La montaña mágica" la elucubración de uno de los personajes, un escultor tísico, que filosofaba sobre lo necesario de racionalizar el uso del papel del periódico. Fíjense, la novela se publicó en 1924 y la acción se desarrolla en los años previos a la Primera Guerra Mundial. Es decir, que la cosa del reciclaje del papel no es algo reciente. Les transcribo una frase espigada en el pasaje:

"[...] el inconsciente desperdicio y destrucción de todo ese papel de periódico que la gente ignorante echa a las cloacas o al fuego representa una alta traición para nuestros bosques, para la economía nacional [...]"

Como ven, no hay nada nuevo bajo el sol.

jueves, 6 de octubre de 2011

Zafrense en el Congreso de los Diputados

Me alegra muy especialmente que Teresa Angulo figure en las papeletas de las elecciones del 20N, en la cabeza de los representantes por Badajoz y por el Partido Popular. Creo que, aunque probablemente hubiese desarrollado mejor sus capacidades políticas en Extremadura, en altos niveles del Gobierno autonómico, también en Madrid puede destacar. Le deseo suerte, acierto y presencia de ánimo para no dejarse absorber por las mullidas alfombras y preservar intacta su valía política en un ambiente en el que la masa lo es todo.
No es la primera vez que Teresa forma parte de las listas del Congreso. Ya lo hizo hace algunos años, no en primera línea. Quizá recuerde, a mí me satisface recordarlo, que -entonces un servidor era alguien- me llamaron de la presidencia provincial para preguntarme qué me parecería que Teresa fuese en la candidatura. Les indiqué que me parecía una decisión oportunísima y, de inmediato, la llamé y la animé para que diese el paso. Y lo dio.
En otra ocasión, fui testigo de su nombramiento, en un Congreso nacional del Partido Popular, como miembro de la Junta Directiva Nacional. Creo que fui el primero de Zafra en felicitarla -o muy de los primeros, yo estaba allí- y transmití de inmediato la noticia a nuestros entonces compañeros de partido.
En fin, estos son gratos recuerdos de otros tiempos. Luego hubo momentos nada agradables, por nuestra pugna por la presidencia local, tras la cual decidí abandonar la política, promesa que cumplí y que los que me conocen sabe que estoy dispuesto a seguir cumpliendo, a pesar de presiones, asechanzas, maledicencias y tonterías, salvo que, mutatis mutandis y con mucho tiempo de por medio, alguien se acuerde de mí y me coja en una hora tonta, cosa que, a medida que pasan los años, se hace muy difícil dado mi gusto por la vida tranquila -aunque comprometida, a mi modo-. De modo que prefiero que me ignoren.
En fin, Teresa cuenta con mi apoyo moral, si es que sirve para algo. Le reconozco, además, como muy meritoria, su trayectoria: siempre ha estado en el Partido, desde que era una niña, ayudando a su padre, el malogrado Juan Angulo, haciendo de todo. Siempre. No se ha incorporado al ruedo político de modo oportunista, ni nunca ha sido de los que reniegan de todo lo que tenga que ver con ese arte y después suben prestos al carro, por lo que nunca ha tenido que sufrir la afrenta de aparecer ante los ojos de nadie como aprovechada. Además, tiene las espaldas cubiertas, con un vida profesional a la que, si lo desea, puede volver cuando quiera.
Termino.  En otros tiempos me habrían visto ustedes por ahí pegando carteles y dando mítines. Hoy mi apoyo sólo puede ser simbólico: ya saben, no oculto nada, de qué pie cojeo; deseo el cambio y me parece que nuestra candidata local puede ser una buena pieza de ese mecanismo que será imprescindible para sostener al nuevo gobierno. No sé si este apoyo, tan tenue, tan poco vistoso, sirve para algo; por lo demás poco importa, porque un servidor sólo es un humilde librepensador, me desgañite o no. Que Dios reparta suerte. Seguiré todo con interés desde mi casa. Ustedes lo pasen bien.

PD: Por si sirve de algo, sugiero que en el sitio de Internet del PP de Zafra se dé el adecuado protagonismo a la noticia de Teresa. Cuando escribo esto nada figura. Ya han pasado meses de las elecciones y parece que no se actualiza lo suficientemente la página, que debería ser un elemento de comunicación activo y permanente. Es sólo una sugerencia, claro.