martes, 18 de octubre de 2011

¡Anda, si han pasado 28 años!

Cosas de la memoria. Sin ningún motivo me viene a las mientes que, un día de septiembre de 1983, cumplí con mis trece meses y pico de mili y salí, con "la blanca" en la mano, por la puerta de la Escuela Militar de Montaña y Operaciones Especiales, de Jaca (no se me alteren, mis operaciones especiales no pasaban de hacer la nómina de la Escuela, desde la oficina). De modo que han transcurrido cerca de treinta años. Casi nada. Ahora, después de tanto tiempo, queda el contar batallitas y dar rienda suelta a las carcajadas con las innumerables anécdotas que todos los que pasamos por el trance de servir a la patria podemos contar durante horas.
Lo que pasa es que a los mozos de ahora esto de la mili les suena a chino, desde que aquel presidente con bigote decidió acabar con las levas obligatorias, cosa que, por cierto, vendieron poco: si hubiesen sido los de enfrente, el aparato de propaganda no habría dejado de tronar. Además, parece que todo lo militar suena a cosa carca, risible, antigua... Ahora, los ejércitos están para ayudar, qué coño es eso de la guerra. Se va a misiones de paz, nada de cuerpos expedicionarios que pegan tiros por ahí por cuestiones de seguridad o estrategia geopolítica, qué cosa más cutre.
En fin, a muchos les vendría de perlas año y pico de cuartel (advertencia para los comentarios recriminatorios: como yo piensan muchos, tan de derechas o tan de izquierdas como pueda ser usted, así que ahórrese la molestia de quejarse). Y, mientras, como consecuencia de la crisis, hay tortas por apuntarse al Ejército.
Bueno, queden con Dios y reciban un saludo de uno de la fiel infantería, ya en la licencia absoluta.

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