martes, 25 de octubre de 2011

¿Un brumoso "homo videns"?

Asisto ayer, atendiendo a la amable invitación que recibo del Ayuntamiento, a una exposición que titulan "Lugares de la e-lectura" y que está acogida en las instalaciones de la Biblioteca municipal. Unos paneles con excelentes fotografías, creo -si no he entendido mal, cosa que no descarto- que pretenden convencernos de que todo el despliegue sensorial que acompaña al acto de la lectura también es posible utilizando el libro electrónico. Puede ser. Yo no acabo de convencerme; sigo disfrutando con el libro de siempre, en el que subrayo, o anoto al margen. El libro de papel se me puede caer al suelo en el excelso momento de la cabezada, cuando el sopor -fruto de la lectura o del cansancio- te envuelve y te vence silentemente, sin que sufra daño grave. Peor debe ser, digo yo, que caiga al suelo el cacharrito electrónico y se rompa, o que te golpee en la crisma... Aunque, bien pensado, algún golpe contundente he recibido por culpa del embriagador sueño y de volúmenes magnos por peso y por tamaño.
En fin, casualidades de la vida, hojeo y ojeo el ejemplar de ayer de ABC, que curiosa y felizmente hace el número 35.000 (sea enhorabuena y por muchos años), y me topo con dos artículos, uno de Fernando Iwasaki y otro de Juan Manuel de Prada. Les transcribo un par de párrafos del primero, que da en titular QDAMS N L'KFTRÍA?

"Por otro lado, la idea de que la gente consumirá más arte, literatura y conocimiento gracias a la hegemonía de las pantallas sobre el papel se me antoja una candidez. ¿Por qué quienes no leen libros de papel sí tendrían que leer libros electrónicos? En realidad, quienes ya leen novelas impresas las seguiran leyendo en ediciones digitales y quienes sólo leen prensa deportiva o revistas del corazón las seguirán consumiendo en tabletas. Si ni siquiera el hábito hace al monje, parece mentira que nos quieran hacer creer que el e-reader hará el hábito".
"Los viejos relojes medievales siguen marcando las horas con perseverancia de bolero y a nadie se le ha ocurrido dinamitar las tores de las viejas iglesias para sustituirlas por gigantescos ingenios multimedia que den la hora, el tiempo y las noticias, porque las campanas medievales son para que las disfrutemos todos y los relojes digitales para que los disfrute cada uno".

A ver qué dice Juan Manuel de Prada. Me temo que continúa el escepticismo.

"El periodismo impreso afronta, en esta época en que los agoreros anuncian la muerte del papel, la tentación de sustituir a su destinatario natural, el lector de periódicos, por un brumoso homo videns que se nutre de información a través de la pantalla. Es una tentación suicida; y un empeño contra natura, además (...)"·

En fin, un servidor sigue con el papel. Eso de tener mil o dos mil libros en un chisme debe ser horroroso. Lectura tras lectura sin cambiar el continente, sin mudar de encuadernación, de peso, de tacto del papel, sin disfutar de portadas, contraportadas, sin poder señalar entre las páginas con una tarjeta en la que uno anota palabras desconocidas, frases que llaman la atención, ideas que merece la pena recordar... ¡Qué aburrido, Señor! Eso se me hace muy cuesta arriba. Ustedes lo pasen bien.

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