miércoles, 29 de octubre de 2014

Un inédito: Las dudas sobre un proyecto

En enero de este año, y tras una conferencia de Ana Botella en el Club Siglo XXI, redacté un artículo sobre alguna declaración de la alcaldesa de la Villa y Corte. No sé por qué no lo publiqué en su día. Supongo que por despiste. Ahora doy con el texto, reparo en que está inédito, e ipso facto, lo cuelgo en mi web.
El artículo versa sobre las dudas que el gobierno popular de Rajoy suscita entre militantes. Si desean leerlo, pulsen sobre el título: "Las dudas sobre un proyecto".
Les recuerdo, ya que estamos, que en mi web www.juancfernandezescritor.es encontrarán una nutrida selección de textos, por si se aburren y les peta leer alguno.

lunes, 27 de octubre de 2014

Crímenes de lesa democracia

En enero del año pasado me publicaron en "Hoy" un artículo al que titulé "Crímenes de lesa democracia". Afirmaba en él que quienes se corrompen, sobre todo en tiempos de crisis y de desazón de la ciudadanía, añaden a sus delitos el crimen de lesa democracia porque sus colusiones son abono de los demagogos, tan dañinos para el sistema y para la salud social.
Hoy es buen día para recordar aquel artículo. Si lo desean, pulsen aquí y accederán al mismo. 
No me apeo, eso sí, de algunas opiniones que también sostengo hace tiempo: uno, los políticos son como nosotros, puesto que salen de entre nosotros. Que levante la mano quien alguna vez no hay pedido una factura sin IVA. Dos, la justicia debe pronunciarse; entre tanto, salvo evidencias incontestables, debemos evitar constituirnos en jueces. La presunción de inocencia no es un invento banal, sino una garantía democrática que muchas veces ignoramos.
En fin, el daño está hecho. Es hora de esperar que los partidos que pueden dar sostén al sistema actual se centren en hacer que la ciudadanía vuelva a confiar en ellos y deje de lado aventuras presuntamente románticas, que no son más que ejercicios de una demagogia que consigue cegar a tantos, hasta el punto de impedirles ver las barbaridades que se proclaman al socaire de unos nuevos tiempos que de nuevos no tienen nada, porque ya está todo inventado, todo experimentado y, por lo tanto, sabemos a ciencia cierta qué planteamientos han conducido al desastre más absoluto.

martes, 7 de octubre de 2014

GPS

Quienes me siguen recordarán mi artículo, publicado en "El Mensajero", en el que hacía alguna burla de los usuarios compulsivos de los modernos y superferolíticos teléfonos que hacen de todo, hasta sirven para telefonear, según creo. Pues bien, hoy he tenido que ir a un centro comercial determinado, en una gran ciudad, al que me ha costado cierto trabajo llegar. Como sé que el teléfono de marras tiene un programa, o lo que sea, que sirve para que te hagan llegar al sitio, me decido a utilizarlo. Seguro que así encontraré más fácilmente la ruta que me conduzca de retorno a Zafra.
Procedo sin más demora y marco la dirección a la que quiero llegar. Le doy al comienzo de la navegación, y:

1º.- Una voz femenina me indica: "Dirígete al este" (esto me suena a las persecuciones de las películas americanas, el sospechoso se dirige al oeste, qué cosa tan chula).
Ocurre que:
a) Yo no pertenecí al Frente de Juventudes, luego no fui a campamentos; la mili la hice en oficinas, así que tampoco tuve necesidad de orientarme más allá de mi pequeño mundo cuartelero, e ignoro por dónde anda el sol (sale por el este, se pone por el oeste) porque estoy rodeado de edificios. Luego no sé hacia dónde cae el puñetero este.  De añadidura, estoy en una calle que es de única dirección y no puedo especular sobre los puntos cardinales.
 b) La señorita de la locución me tutea. Ya vengo que echo humo porque una moza dependienta, de no más de veintidós o veintitrés años, me trata como si fuera un coleguilla. No por mucho tiempo, porque seguro que ha deducido de mi mirada mi poca predisposición a ciertas familiaridades. Resignación, a la voz de la máquina no puedo fulminarla con mis ojos echando chispas.

2º.- La misma voz me ordena: "A cuatrocientos metros, sigue recto". 
Circulo durante cuatrocientos metros. Y durante ochocientos. Espero indicaciones. Se me presenta una rotonda con indicaciones confusas. Sigo esperando instrucciones. La máquina calla, hasta que de repente me espeta: "se ha perdido la señal del satélite". Reacción irreproducible.

3º.- Circulo por donde me parece. Al rato vuelve la locutora: "En la próxima rotonda, toma la quinta salida".
Esperanzado, conduzco esperando encontrar la dichosa rotonda. Aparece una al cabo de Dios te salve, con solo dos posibles salidas. Tomo la segunda. Me cisco en la máquina, que calla, creo que avergonzada, aunque no sé si de mi vocabulario o de su propia incompetencia. Finalmente, tras algunas maniobras, localizo la ruta por mis propios medios. La máquina sigue en silencio. Mejor así. Y preguntando se llega a Roma, como toda la vida.