lunes, 18 de diciembre de 2006

Doble fila

He oído decir a determinadas personas que, como Zafra es una ciudad donde hay mucho comercio, se debe hacer “la vista gorda” con los estacionamientos en segunda fila, no vaya a ser que dejen de venir los visitantes, máxime cuando no hay suficientes aparcamientos disponibles.

Mi opinión es:

Primero: en Zafra no hay distancias reales. Un desplazamiento de doscientos metros procura, casi con seguridad, una plaza de aparcamiento. Lo cómodo, evidentemente, es dejar el coche en la misma puerta del establecimiento.

Segundo: la profusión de estacionamientos en doble fila –a veces, y sin reparos, en triple– enfada al que circula, que ve convertida la conducción en algo tenso y crispado. Si alguien viene de fuera y encuentra una ciudad plagada de conductores que hacen lo que les peta, créanme, se le quitan las ganas de volver. Ergo, por no enfadar a uno, lo haremos con ciento.

Tercero: en todas las ciudades cuyas autoridades se han enterado de que lo son (serias las ciudades y ellos autoridades) se combate el estacionamiento indebido. El caos no ayuda al comercio, lo hunde. Si el centro no está fluido, las grandes superficies del exterior siempre dispondrán de miles de metros cuadrados para estacionar.

Cuarto: hay que optar por fórmulas de estacionamiento regulado. Volvemos a lo mismo: si somos ciudad, tenemos que usar medios que están experimentados –y funcionan– en otras ciudades. Los detractores sólo tienen que viajar un poco más y –en algunos casos– hacer un poco menos de demagogia. Por todas partes se extienden estas zonas, sean del color que sean.

Quinto: se precisan, ciertamente, bolsas de aparcamiento –los subterráneos suelen funcionar muy bien– que permitan estancias superiores al tiempo regulado en el exterior. Son muy apropiados para el turismo, para los clientes que dedican más tiempo a sus compras y, no lo olvidemos, para los vecinos, que pueden disponer a precios económicos de plaza de garaje.

Sexto: hay que redimensionar determinadas vías de comunicación. Sobre esto tengo ya gastados torrentes de tinta y saliva. Por ejemplo, Díaz Ambrona. Pero también el planeamiento urbanístico debe contemplar que los viales de las nuevas zonas urbanizadas se dimensionen adecuadamente y no se conviertan en cuellos de botella.

Séptimo: la grúa es impopular. Pero más aún lo es el caos.

En definitiva, una ciudad tiene ventajas e inconvenientes. El tráfico siempre crea problemas, pero es un aliado del desarrollo, si se encauza lo mejor que se pueda (no lo olvidemos, solucionar todo es imposible). En nuestro caso, venimos reclamando constantemente para Zafra más servicios y mejores comunicaciones. Pero si el que viene de fuera se encuentra con el caos en nuestra ciudad, pocas ganas le quedarán de volver. De los nervios de los que vivimos aquí, para qué hablar.

He llegado a la conclusión, y tengo motivos para ello, y además sé de lo que hablo, que el temor a lo impopular que suele mostrar el político debe ser rechazado de plano, puesto que suele aliarse con la demagogia fácil y deja pudrirse los problemas sin hacer nada. Normalmente, esta actitud proporciona la simpatía de determinados interesados. Pero, no me cabe duda, la antipatía del común.

1 comentario:

josemarialama dijo...

De acuerdo contigo, de cabo a rabo, Juan Carlos.

Y como impenitente peatón, añado: las aceras deberían estar hechas para los que vamos a pie, no para los coches. Hay aceras en nuestro pueblo en las que no cabe ni siquiera una persona.

josemarialama