viernes, 1 de diciembre de 2006

Nota para ecologistas

A lo mejor los ecologistas están ahora muy ocupados con su oposición al proyecto de refinería que se pretende establecer en Tierra de Barros, si se cumplen las prevenciones legales. Por si disponen de algún hueco en sus agendas, les sugiero indaguen en una cuestión que ignoro si tienen estudiada y que, aunque pudiera parecer menuda, no es ninguna tontería, en mi humilde opinión.

Me refiero a las toneladas de papel que se desperdician todos los años en publicaciones oficiales, semioficiales, subvencionadas o privadas, cuyo definitivo destino es el cesto de los papeles.

En cualquier ayuntamiento, por poner un ejemplo que conozco de administración pública, se reciben cientos de folletos, revistas, catálogos, informes, memorias, estudios y propagandas. En muchos casos no llegan ni a ser desembalados de sus envoltorios plásticos. La inmensa mayoría de ellos a nadie importan; pero, aún en el caso de que su contenido resultase de interés, sería físicamente imposible disponer de tiempo para leer u hojear tamaño aluvión de papel cuché.

De la imprenta a la papelera. No es el más noble destino del papel impreso. Pero esta es la realidad. ¿No sería mejor que mentalizaran a los receptores sobre la necesidad de que escribieran a los remitentes, indicándoles lo inútil de tanto envío? Claro, esto tendría consecuencias diabólicas para tantos que tienen que justificar que su puesto de trabajo tiene sentido, amén de posibles protestas del noble gremio de impresores.

En fin, alguien debería calcular el equivalente en bosque quemado de tanto papel desperdiciado.

No hay comentarios: