lunes, 11 de diciembre de 2006

La lección de Don Alfredo

Este artículo estaba destinado a aparecer en "La Crónica de Zafra", pero no volvió a publicarse el periódico. De modo que me pide Ambrosio de Argüelles que lo ponga aquí; un servidor, no podía ser menos, lo obedece y, copiando y pegando, voilà:

Al bueno de don Alfredo Di Stéfano, la Comunidad de Madrid lo ha honrado con su medalla de oro. Méritos no le faltan, su trayectoria futbolística lo convierte en un grande entre los grandes, y no es mala cosa que quien ha sido tanto tenga sobrado reconocimiento años después, sin que quede depositado en el almacén del olvido, del que tantos sólo salen para aparecer en la necrológica del día.

Merecimientos aparte, ya conocemos aquél refrán que dice del viejo el consejo. Buena cosa es escuchar a los que acumulan años, pesados como piedras, en sus espaldas. A pesar de los achaques y de los sustos de sus corazones, muchos suelen mantenerse firmes y dignos en el camino de la vida. Es el caso de don Alfredo, que, con ocasión del acto de entrega del galardón, ha pronunciado palabras de viejo sabio (o de sabio viejo, quién sabe), que vienen como anillo al dedo al Real Madrid: “Necesitamos amor, fe, actitud, entusiasmo y rectitud”. Ahí es nada. ¿Alguien duda que cuando uno ama sus colores, cree en lo que hace, se esfuerza, lo da todo y obra con honradez, es más fácil ganar?

Pues me temo que sí, que hay quien lo duda. Y no sólo en el fútbol, que las palabras del genial futbolista se pueden extrapolar y resultan buenas para todos los órdenes de nuestra vida. Ya saben que en los tiempos que corren no se aprecia particularmente el valor del esfuerzo. Ni tampoco, en muchos casos, el del respecto, ni el de la urbanidad, ni tantos otros. Ahora, el ande yo caliente goza de absoluta carta de naturaleza y nos topamos a diario con energúmenos provistos de patente de corso para exhibir su falta de educación sin complejos.

Todo vale. O todo va valiendo, pero todo se andará. Empolvado el algún lugar, donde pocos lo abren, queda el tomo en el que don Gregorio Marañón escribió que “el hombre, como individuo o como pueblo, padece una crisis del deber y una hipertrofia del derecho”. No extraña que muchos tomen las obras de cafres por simples eutrapelias, y todos tan contentos. Que no, hombre, que no, que eso del esfuerzo y de la corrección no vale para nada. Que hay que ser frescos, hay que vivir la vida, o bebérsela, si se tercia. ¿No vemos en los anuncios de la tele que todo es frenesí?

Pues por esto me resultan impecables las palabras del bueno de di Stéfano. Qué bonitas habrían quedado en ese concurso que alguien convocó hace unos días, para buscar los vocablos más bellos de nuestro idioma. Amor, fe, actitud, entusiasmo y rectitud. Tómense a partes iguales, mézclense y agítense según arte, dispénsense a grandes dosis y tendremos una panacea digna de la mejor alquimia. El resultado: responsabilidad y respeto, para con uno mismo y para con los demás, frente a desidia y mentecatez. ¡Gol de Di Stéfano!

1 comentario:

Anónimo dijo...

Enhorabuena por este magnígico blog y por una actitud política y cívica coherente en quien otros -derechas o izquierdas, qué más da- se debieran mirar. Y que vivan los librepensadores, e incluso los pensadores a secas (no es cosa de escatimar neuronas en los tiempos que corren).ErFeli