viernes, 25 de agosto de 2017

De camino a Santiago (V)


El curioso lector debe ser advertido, antes de continuar, que aunque en estas entradas les estoy hablando de nuestra peregrinación desde Cañaveral, antes recorrimos otras etapas: De Zafra a Almendralejo, de Almendralejo a Mérida, de Mérida a Alcuéscar, de Alcuéscar a Cáceres, y de Cáceres al pantano de Alcántara. De modo que a con las 9 que hemos pateado en agosto de este año, hemos de sumar dos que hicimos en otoño, y que nos sirvieron de preparación, y las tres de primavera. Así que llevamos 14, y por lo tanto nos faltan 16 o 17.
Prosigamos sin más preámbulos.
El 13 de agosto afrontamos la etapa más árida y menos vistosa de todas, entre Salamanca y el Cubo de la Tierra del Vino, ya en Zamora. Son 36 kilómetros, lo que excede lo que el buen sentido aconseja, y la acortamos en unos 15. Andamos durante un tiempo interminable junto a la autovía. La pernocta la hacemos en Villanueva de Campeán, desde donde abordaremos la última etapa.
14 de agosto, lunes. Tras un frugal desayuno emprendemos el itinerario que rematará nuestra peregrinación por el momento. Son las 7,45 de la mañana, y nos quedan por delante unos 20 kilómetros. Por cierto, por la mañana compruebo que me han publicado un nuevo artículo en "Hoy", al que titulo "De cafres y turistas".

Curioso hito






Abundan los hitos que nos recuerdan que estamos recorriendo la Vía de la Plata. En este, si se fijan con detenimiento, verán una inscripción en caracteres arábigos que supongo indica tal circunstancia. Recordemos que el nombre de la vía proviene, según parece, del árabe balat, que debe de significar camino.












Todo el viaje, en el coche de San Fernando

¿Para que reposen los peregrinos?
Es cierto que el viaje a pie cansa. Por eso se agradece algún lugar en el que reposar. No siempre abundan los sitios en los que pueda uno sentarse y aliviar los pies. Pero, hombre, tampoco es necesario esto... No sabemos si el sillón lo ha colocado alguna alma caritativa... o jocosa. (En algún lugar entre Villanueva de Campeán y Zamora).

Ligeros de equipaje (aunque pesa, no crean)
Uno de estos lugares en los que puede uno descansar y de paso tomar un bocado es el denominado "Pozo de las Promesas", una instalación con bloques de granito repletos de textos bienintencionados, no demasiado lejos de Zamora.

Detalle de uno de los monolitos de granito en el Pozo de las Promesas

Llegando a Zamora
Y, por fin, llegamos a Zamora. La etapa no ha sido incómoda ni prolongada y llegamos a buena hora lo que nos permite, tras un breve descanso, patearnos la ciudad, que no conocíamos. Pero esto lo dejo para la última entrada de esta serie.

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