jueves, 24 de agosto de 2017

De camino a Santiago (IV)

Recapitulamos: hemos salido el día 6 de Cañaveral, y hemos llegado a Riolobos. El 7, desde esta localidad vamos a Carcaboso. El 8, desde allí a Aldeanueva del Camino. El 9, de Aldeanueva a La Calzada de Béjar. Hoy me refiero de una tacada a las trees siguientes jornadas: El 10 de agosto salimos de La Calzada para llegar a Fuenterrobles de Salvatierra, y el 11 desde ahí hasta San Pedro de Rozados. El 12 llegaremos a Salamanca.

Fachada en Guijuelo
Dejamos atrás La Calzada, recorremos algo más de 21 kilómetros, y llegamos a Fuenterrobles de Salvatierra. Después de comer, nos desplazamos a Guijuelo, donde pernoctamos. La verdad es que esta localidad es una yuxtaposición incesante de establecimientos dedicados a la elaboración y venta de productos del cerdo ibérico. Buena prueba es la curiosa fachada que les reproduzco. Por la mañana dejamos Guijuelo sin novedad y, de nuevo en Fuenterroble, emprendemos el camino. Nos quedan por delante casi 30 kilómetros sin ningún pueblo intermedio, lo que nos obliga a aprovisionaros bien de agua y de comida para aguantar el tirón sin desfallecimiento. Exactamente, el caminar durará siete horas, incluidas las breves pausas.

Parque eólico de Iberdrola

La etapa tiene un hito de significación: el pico de la Dueña, al que subimos por angostos caminos (¡cómo no!), atacados a conciencia por las moscas más pejigueras que pueda uno echarse a la cara. Tras el consabido recorrido por dehesas, emprendemos la subida y circulamos a escasos metros de un parque eólico. Es curioso el ruido que hacen los dichosos artefactos, un zumbido algo inquietante. En la oscuridad de la noche debe de imponer.

El pico de la Dueña, con la cruz de Santiago que forjó Salvador Castellano
Llegados al pico de la Dueña, según dicen el punto más alto de la Vía de la Plata, con algo más de mil cien metros, descansamos y damos cuenta de unos bocadillos con productos muy adecuados que compramos en Guijuelo. Nos encontramos a mitad de la etapa. Cuando estamos terminando la colación, aparece la peregrina que habíamos conocido un par de días atrás, junto con uno de los italianos. Los saludamos, nos deseamos buen camino, y continuamos la marcha. Nos quedan casi otros quince kilómetros.
Subiendo al pico recibo la llamada telefónica de un amigo que ya había recorrido el camino en su totalidad. Le indico dónde estamos y me dice que la cruz que corona la cima la hizo el zafrense Salvador Castellano (q. e. p. d.). Cuando después, en San Pedro, en conversación con la propietaria del hotel rural en el que nos alojamos, sabe esta que venimos de Zafra, me confirma la autoría de la cruz: ella conoció a Salvador. Sin duda, su peregrinación deja huella indeleble.

Lo que ven sobre la casa ruinosa es un buitre, sí señor.

El calor aprieta y los kilómetros se hacen pesados. Bajamos el pico con cuidado para no resbalar, la pendiente es grande, y seguimos durante un tiempo alternando un sendero junto a la carretera y el asfalto, que se hace más cómodo.
Cerca del arroyo Mendigos, el caminante se ve obligado a detenerse para hacer esta foto: aunque no se aprecie bien, el bicho que corona la casa derruida es, ni más ni menos, un buitre. ¡Uf! ¿Estará ojo avizor ante el desvanecimiento de algún peregrino? Mejor continuar paso a paso.


Monte bajo calcinado justo por donde pasamos
Durante un buen trecho circulamos junto a la finca Calzadilla. Vemos pasar un coche de bomberos, nos saludan sus ocupantes, y empezamos a oler a quemado. Han ardido no sabemos cuántas hectáreas de monte bajo; el fuego ha sido ayer, pero todavía andan las brigadas forestales y los bomberos controlando que el fuego no se reproduzca. Menos mal que no nos hemos visto en este trance, porque tanto si hubiésemos ido por camino como por la carretera, el fuego estaría a escasos metros de nosotros.

Banco de Castilla, banco para el reposo

En fin, llegamos sin novedad a San Pedro de Rozados, después del palizón. Descansamos y por la tarde nos damos un garbeo por el pueblo. Nos llama la atención, junto a la iglesia, un banco patrocinado por un banco. Les pongo arriba la curiosa imagen. Aprovecho aquí para anticipares que, más adelante, en otras entradas, les hablaré algo sobre algunos de los establecimientos visitados en distintos pueblos, entre ellos el hotel rural de San Pedro.

Plaza de Morille, dedicada a Martín Patino
Puñeteras casualidades de la vida: el día 12, de camino a Salamanca y a cuatro kilómetros de San Pedro de Rozados, pasamos por el pueblo de Morille. Me llama la atención que dediquen una plaza a Basilio Martín Patino y tomo la foto, más que nada para que no se me olvide comprobar si nació allí (es de otra localidad, aclarado queda). Al día siguiente, el 13, nos enteramos por las noticias que el director de cine ha muerto. ¡Jesús!

Flecha semiborrada por un vándalo

En fin, llegamos a Salamanca. La entrada, para el peregrino que sigue la ruta marcada, no es precisamente espectacular, aunque esto se subsana cuando se llega al caso histórico. De modo que nos guiamos por la flechas amarillas y nos encontramos que algún cafre de los infinitos que merodean se ha entretenido en medio borrar algunas. Menos mal que el camino no ofrece duda.
Y, por rematar, despedimos la jornada con una fotografía nocturna de la Casa de las Conchas, por ponerles algo de esta bella ciudad. Llevamos ya 7 de las 9 etapas que podemos recorrer en estas fechas.

La foto no es de calidad, pero se aprecia bien que estamos ante la fachada de la Casa de las Conchas.







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