martes, 22 de agosto de 2017

De camino a Santiago (II)

Por vastísimas dehesas
Decenas de kilómetros a través de dehesas como la de la imagen, tomada en algún lugar entre Cañaveral y Riolobos. Hay que atravesar fincas, abriendo y cerrando cancelas, y caminar entre el ganado. Aunque no tengo fotos apropiadas, algunos de esos paisajes son espectaculares.

Galisteo a la vista
Nos acercamos a Galisteo, defendida por una imponente medalla almohade erigida con cantos rodados. Un café y continuamos hasta Carcaboso.

Uno de los miliarios del "Parque de los Miliarios", de Carcaboso
La Vía de la Plata está cuajada de los miliarios con los que los civilizadores romanos jalonaban el camino. Algunos acabaron en manos de particulares y han podido ser rescatados, según nos cuentan en uno de los alojamientos en los que pernoctamos. En Carcaboso han instalado varios junto a la iglesia de Santiago. Quedan curiosos y propician que el visitante, que ya ha tenido ocasión de fotografiarse en otros a lo largo del camino, disfrute de un rato de solaz. Pero...

El cafre que no cesa
... la invasión de los cafres se extiende imparable. En el interior de este elemento, que no sabría identificarles y que desde luego no es un miliario, han encontrado una papelera a la que, de añadidura, han pintarrajeado con aerosol. Lástima. Consten los perpetradores, en lugar destacado, en el rol de cafres, si es que caben en él, la lista es inmensa.

Por fin, el arco de Cáparra
Tras más de una veintena de kilómetros recorridos en solitario, sin ninguna población intermedia, aparece ante el peregrino el arco de Cáparra, símbolo de la Vía de la Plata en su recorrido por Extremadura. Lo vemos grabado en el mármol de los cubos indicadores del camino que la Junta ha instalado por doquier y que junto con las célebres flechas amarillas tanto ayudan al caminante, y en numerosos paneles explicativos. Es una alegría conocer los restos de la ciudad romana, que nunca habíamos visitado.

Vista parcial de Cáparra
Un puñado de turistas, a los que nos sumamos con nuestras mochilas a cuestas, recorre los restos romanos. Descansamos en el centro de interpretación. Como curiosidad les diré que han programado representaciones del Festival de Teatro Clásico de Mérida: cuando llegamos andaban con los preparativos: tras el escenario, el espectador tiene la vista del arco, si es que no la tapa algún decorado.








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