domingo, 2 de diciembre de 2007

Hoy, no sólo se la juega Venezuela

La consulta de hoy en Venezuela no sólo afecta al país caribeño. Es cosa de todos, porque lo que decidirán en un marco de falta de transparencia y libertad real, es ir o no ir hacia un sistema caduco en el que un líder experto en bravatas se perpetuaría en un régimen insostenible.
La estabilidad de la zona ya viene sufriendo con Chávez, y más aún puede hacerlo si el sí triunfa hoy. El petróleo, que debería servir para el desarrollo de los pueblos, ha devenido en arma para la revolución. La dialéctica zafia, para enardecer masas.
Reproduzco a continuación un artículo que Amadeo de Argángary publicó en su blog hace dos años, referido al caudillo venezolano.

Cuando la política se convierte en una innoble variante de una función circense, nada bueno se avecina. Los espectáculos continuos del caudillo Chávez I de Venezuela hacían intuir que está hecho de una pasta que ya conocemos de sobra: no hay más que mirar en dirección a Cuba, donde Fidel Castro inspira el mayor afecto hacia el déspota venezolano. Y viceversa, Dios los cría, y ellos se juntan.

El líder venezolano se ha empeñado en convertir al país caribeño al despotismo ilustrado, en versión social-populista: “todo para el pueblo, pero sin el pueblo”. Esto es ya cosa antigua, y el siglo XVIII queda lejos. ¿O no? De momento, sin el pueblo y sin sus representantes, porque en Venezuela se han celebrado unas elecciones sin oposición, hecho insólito que debería avergonzar a cualquiera que rija los destinos de un país. Porque un sistema en el que nada más que hay representantes del partido del gobierno, es un engendro propio de dictaduras.

Evidentemente, para Chávez sus opositores no son sino vasallos del imperialismo yanki, según él se expresa utilizando ese añejo lenguaje radical-izquierdista tan pasado de moda y que en Europa sólo emplean cuatro gatos tristes y azules. Contra los USA se vive mejor, y de paso justifica uno todo lo que quiera hacer dentro de casa amparándose en la defensa frente a los imperialistas que todo lo quieren corromper. Él necesita otro tipo de sistema, sin oposición, sin control de los “vendidos a Bush”, para llevar adelante su extravagante invento de república bolivariana.

Ha dicho que los partidos políticos tradicionales han muerto. Veremos qué tipo de partidos se saca de la manga, que no conozcamos ya. Por cierto, Chávez se apoya en el Movimiento V República. ¿Les suena eso de Movimiento? Figúrense cómo puede acabar el asunto: un líder sin escrúpulos y sin oposición, gobernando como le venga en gana, y pudiendo utilizar el petróleo venezolano como señuelo para extender su revolución bolivariana al resto de países del área, desestabilizando a una región de por sí poco estable. Por supuesto, cuenta en esta aventura con la comprensión y la simpatía de otro líder iluminado, nuestro impar Zapatero, y con el general Bono, vendedor de aviones y navíos sin parangón.

Qué quieren que les diga. A mí esto de la Revolución Bolivariana me huele a chamusquina. En primer lugar, porque todo lo que sea revolucionario en el ámbito político, y ya convenientemente superadas las revoluciones americana y francesa, de las que extraemos la fértil savia de sus declaraciones de derechos, me pone los pelos de punta. Después, por la personalidad de su líder. Y, por si fuera poco, porque estoy convencido de que éste conoce el discurso que Bolívar pronunció el 25 de mayo de 1826, con ocasión de un debate sobre la Constitución de Bolivia. Decía que un presidente vitalicio, con derecho a elegir sucesor, "es la inspiración más sublime en el orden republicano". ¡Toma ya! Bonito concepto de república. ¿Será el mismo en el que creen los españoles que tanto exaltan la bandera tricolor y simpatizan sin límites con los dictadores de ambas orillas del Caribe?

(Publicado el 5-12-2005)

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