sábado, 30 de junio de 2007

¿Cuánto ganan?


(Chiste publicado en "Hoy", por Larrey, el 18-6-86.

Uno de los debates más improductivos, demagógicos y de más negativa repercusión entre la ciudadanía es aquel que se sustenta en el afrentarse los representantes políticos por causa de las cantidades que han de percibir por el desempeño de sus funciones. Dicho en plata: el sueldo de los políticos.

Es un debate, por lo demás, que no genera mayor polémica en los niveles nacionales ni, que yo recuede, autonómicos. Ahora sí, en el ámbito local es pieza de artillería siempre dispuesta para el tiro.

Vamos a ver. Un político dedicado en exclusividad a su cargo debe percibir unas cantidades prudentes. Sobre todo porque los políticos, por muy resistentes que sean, si no comen se mueren. ¿Cuánto hay que pagarles? Esa es la cuestión: con arreglo a la responsabilidad que adquieren. Algunos demagogos de marca mayor dicen que lo que cobren en su trabajo anterior. Ergo, ¿cuánto le pagamos a quien no tiene trabajo? ¿Que ejerza sus funciones gratis et amore? Y si el edil es notario, ¿le pagamos dos o tres millones todos los meses? La ley del embudo no es recomendable en ningún lado. Hay que estipular unas cantidades prudentes, y así lo han hecho los dos grandes partidos extremeños. La demagogia no conduce a ninguna parte, es la fruta podrida del debate político. Hay que ser serios y no estimular polémicas que sólo conducen al hastío y que pueden volverse por pasiva con el tiempo.

Ahora bien, ¿por qué se exacerba este debate en el ámbito local? Elemental, querido Watson. Porque en la inmediatez de lo local el vecino percibe como más suyo el dinero que gasta el ayuntamiento, cosa que saben los políticos y que procuran explotar. Y así se enfada al público desde el principio del mandato corporativo, y de frente ¡ar!

Evidentemente, esto no funciona. ¿Cuántos concejales ha perdido el PSOE con la que cayó a costa de la dedicación exclusiva del alcalde en 2003? Al final el vecino se olvida y hay otros factores que son los que movilizan el voto. Entre ellos el balance de lo hecho y la perspectiva de lo que ofrezcan los otros. Todo ello, claro está, en medio de los suelos electorales de los partidos. Tráfico, seguridad, limpieza, alumbrado, industria, urbanismo, son mejores campos en los que establecer el debate con seriedad.

Miren, hace un par de días un conocido me abordó y me preguntó por el coste real de los políticos en el ayuntamiento. Le contesté lo que había escuchado, y no tardó en corregirme: "No señor, sólo has hablado del sueldo y seguros sociales de los liberados. Pero háblame de todos los concejales. ¿Qué pasa con las secretarías de los grupos (de todos los grupos), con el mantenimiento de sus despachos, con las cantidades que además ingresan estos grupos mensualmente, que no son moco de pavo? ¿Cuánto nos cuesta esto?" Como pueden ver, demagogia por demagogia. Sembrar vientos es garantía de tempestades y en el caso de la política, de aburrimiento. Desde luego, si en mis manos estuviera, yo no hablaría jamás del sueldo de los políticos. Siempre he defendido que los partidos pacten, informen de sus pactos y sanseacabó. Eso no es opacidad. Es prudencia. Lo que se ha dado en llamar "clase política" ya sufre bastante desprestigio como para que se enzarcen en peleas por la pela. Larrey lo ha captado perfectamente en el chiste que, aunque añejo, no deja de tener plena validez.

Por mi parte, creo que lo que hay que contralar es no cuánto ganan, sino si se lo ganan. Es decir, si el trabajo de los concejales, cada cual desde su puesto, es beneficioso para el pueblo. Y si los ayuntamientos pueden permitirse el gasto, claro. Lo demás, insisto, parole, parole.

No hay comentarios: