domingo, 24 de septiembre de 2017

¿Ni vencedores ni vencidos?


Leo en Hoy  la entrevista que hacen a Jordi Alberich, director general del Círculo de Economía de Cataluña. Me parece un hombre de buenas intenciones y, sin duda, es profundo conocedor de las circunstancias que concurren en Cataluña.
Le preguntan "¿cómo hemos llegado a esto?", y responde que ha influido mucho la crisis económica, que desestabiliza a la clase media y abona el separatismo. Pues seguro que será así. También medraron en la crisis los populismos. Añade el entrevistado que a ese factor se ha sumado la torpeza política de los gobiernos españoles. Concluye el Sr. Alberich que "hará falta una salida política en Cataluña, sin humillaciones, sin vencedores ni vencidos". Y lo pide encarecidamente.
Bueno. Pero del mismo modo que los populismos crecieron con la crisis porque ya existía un germen que, básicamente, venía achacando todos los males a la economía de mercado y a las democracias liberales y, en España, concretamente, consideraba y considera a la Transición como mera claudicación, en Cataluña hay otro germen de  desafección: la educación absolutamente manipulada; la difusión de la consigna por los medios de comunicación afectos a la causa.
Respecto de la torpeza política, se suele acusar al Partido Popular de haber recurrido el Estatuto de Cataluña ante el Constitucional. ¡Qué torpeza, oigan! Resulta que el TC echa para atrás el texto legal, es decir, que es inconstitucional, y encima quien lo recurre es torpe. ¿Debemos colegir por esa regla de tres que para garantizar la paz social hay que transigir con todo lo que un poder del Estado quiera legislar en contra del propio Estado?
El caso es que sí debe haber vencedores y vencidos. Quien reta al Estado de derecho, quien proclama que se saltará la ley, quien disponiendo de sus escaños por mor de un sistema constitucional del que emanan el poder que ha recibido decide saltarse a la torera el marco normativo, esto es, el marco de convivencia, no puede quedar impune.
Tiene que vencer el derecho, la ley. Quien la perturba tiene que ser sancionado. Y eso no tiene por qué suponer humillación alguna. Simplemente, quien opta por rebelarse (no lo diré en el sentido jurídico, sino en el coloquial) asume el riesgo y ventura de sus actos.
Quizá por mi convencimiento de que debe prevalecer la ley, me inquieta la última reflexión de Pedror Sánchez, que transcribo no a la letra, pero que viene a decir que Puigdemont quiere el referendo sin diálogo; que Rajoy quiere lo contrario y que él propone el referéndum con diálogo. Mi inquietud es grande porque, creo, no es momento de buscar el puntito ácido para arrear a Rajoy, sino para que todos arrimen el hombro para contener un desafío sin parangón. Me parece.



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