viernes, 1 de mayo de 2009

Algo sobre el obelisco


Aunque con retraso, me permitirán que manifiesta, una vez más, mi opinión sobre la cuestión del obelisco, antes erguido, ahora desmembrado. Me reitero en cuanto escribí en este mismo medio en 2006. Más abajo les coloco un enlace por si desean verlo.
Creo que se podía haber dado otro uso al monolito (que no es mono, ya veo que está compuesto de varias piedras). A lo mejor se podía exorcizar la infamia haciendo que conmemore algo radicalmente distinto a aquello para lo que se concibió.
En todo caso, sigo opinando que el Ayuntamiento tiene otras cosas más interesantes que hacer.
Nota: la fotografía es cedida por Víctor Pavón.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Totalmente de acuerdo con lo expresado. Por supuesto que el Ayuntamiento tiene otras cosas más interesantes que hacer, pero quizás no las sepan hacer, pues no quiero ni pensar que no las quieran hacer

garciguti dijo...

De nuevo el obelisco

Una primera observación que quiero destacar y que resalta a primera vista cuando agrandamos la fotografía de Pavón (pulsar sobre foto que ilustra el comentario del autor del blog) es la procedencia portuguesa de la grúa que se ha empleado para el desmantelamiento del obelisco de Castejón (ominoso para unos, glorioso para otros, división de opiniones junto a la plaza de toros, como siempre) Deducimos por la placa que ostenta la citada grúa (veículo longo) que la empresa que ha llevado a cabo la tarea de desmontar el monumento es portuguesa. Habrá quien critique: “Encima dan trabajo a los portugueses, habiendo en España tanto paro”. Los que tenemos reciente el asunto de Barrancos pensamos que, una vez más, nuestros vecinos vienen en nuestra ayuda, esta vez con su tecnología para desmontar monumentos conmemorativos de presuntas hazañas que fueron verdaderos crímenes.
Poco más tendría que añadir a este comentario. Otra observación es que ha desaparecido un par de comentarios, uno de ellos firmado por una seudónima Loli Caronte, a la que felicitamos por habérselo pensado mejor. Caronte es un personaje siniestro de la mitología: el barquero infernal. Si la comunicante es quien yo sospecho (y ella da a entender con su seudónimo) habrá que recordarle que ella es ‘alguien’ porque estuvo unida a un hombre estimable por muchos aspectos, al que muchos de sus presuntos opositores políticos apreciábamos sin reservas.
Por lo demás, si el Ayuntamiento ha hecho un gasto, ha merecido la pena: se ha dado satisfacción a una parte de la población que resultaba ofendida y vejada por un monumento conmemorativo de una presunta hazaña que no lo fue. La democracia (y con ella el PP, adscrito a la misma con todo derecho) debe alegrarse por este triunfo y dar por bien empleado el coste de la operación Debemos estar todos de enhorabuena: se ha reparado una vieja injusticia histórica y se ha enmendado un error político.