viernes, 16 de enero de 2009

Agüita del Hudson


Conservo una página de ABC de hace un par de años que me llamó sumamente la atención. Decía el rotativo que seis premios Nobel eran de un pueblo de ocho mil almas, cercano a Nueva York, llamado Husting-on-Hudson. Desde entonces me ronda las mientes la idea de escribir alguna cosilla sobre las virtudes del agua del río norteamericano que presta su nombre a la localidad y que debe de tener algún elemento que alimente las neuronas.
Pero claro, con lo del avión se me ha fastidiado el invento, porque a las hazañas intelectuales de los ocho galardonados de Husting-on-Hudson se superpone ahora la proeza del piloto que ayer tomó agua limpiamente dejando a su centenar y medio de viajeros sanos y salvos, aunque ateridos y sin duda de los nervios, y mecidos por la corriente.
De estas, pocas. De modo que elevemos al comandante y a su tripulación a la categoría de sabios del aire, y hagamos votos porque las aguas benéficas y salvíficas del Hudson se embotellen y se distribuyan siquiera para asperjarnos de vez en cuando sobre la testa, que algo se pegará. Enhorabuena, y¡marchando una garrafa para La Moncloa!

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