jueves, 4 de octubre de 2007

Gracias, Juan

Los obituarios de los periódicos, los programas de radio y televisión, recogen con frecuencia homenajes póstumos a personajes ilustres: actores, escritores, empresarios, famosos a palo seco… Cuando se trata de políticos de postín se redoblan los esfuerzos por trazar su perfil, por mostrar su trayectoria y sus principales obras.

Pero, a diario, otros muchos se van en silencio, como no queriendo molestar, tan callados como han vivido su vida, más dedicada a los demás que a uno mismo. Como mi amigo Juan Toro, de La Lapa, a quien hoy han enterrado. Nos ha dicho adiós a principios de octubre, cuando el otoño ha entrado de sopetón por la feria de Zafra y ha lamido impaciente las sierras y los campos y ha colmado las riveras,

Los que tuvimos el honor y la suerte de conocerlo sabíamos en qué consiste un hombre anónimo, sencillo, pero volcado con todo aquello en lo que creía. Sirvió a su pueblo como concejal, sin ninguna prebenda, que en los pueblos chicos la cosa no da para lujos. Fue leal y entusiasta con su partido. Muchas veces lo llamé y siempre acudió, con su fiel amigo Bibiano, con tantos otros de La Lapa, minoría silenciosa de voz pero con un corazón que se escucha latir con fuerza por cualquiera que conozca a esas gentes buenas. Alguna vez se presentaba con una bolsa de tomates, o de calabacines. Pero lo que verdad me regalaba era su corazón, su afecto de persona llana y sin dobleces.

Los que hemos estado en el tráfago de la política, los que creemos que lo sabemos todo, los que tanta fatuidad contemplamos, te debemos mucho, amigo Juan. Te debemos el ejemplo de tu entrega entera a cambio de nada. Los que te conocíamos sabíamos que hablar de Juan Toro era hablar de una buena persona. Punto. Ojalá sepamos aprovechar lo que tu bonhomía siempre dictaba. Gracias, Juan, por ti, por los ratos que compartimos, por los kilómetros que hicimos juntos, por el vino que bebimos y por las charlas que se remojaron con él.

La fotografía que ilustra la entrada de hoy es un fragmento de la que nos tomaron en la visita que organizamos hace seis o siete años al Congreso y al Senado. Concretamente, está hecha en el antiguo salón de plenos de la Cámara Alta. ¡Cómo disfrutaron aquél día los de La Lapa!

2 comentarios:

josemarialama dijo...

Magnífico y sentido obituario para tu amigo, Juan Carlos.

Saludos desde NY

josemarialama

Anónimo dijo...

Me uno línea por línea a todo lo comentado por mi amigo Juan Carlos sobre NUESTRO AMIGO JUAN TORO, una magnífica persona, dejaba huella allá donde fuera, y en todo aquel que lo conociera.
Correcto, educado, fiel, de nuevo....una BELLA PERSONA.

Un beso allá donde estés Juan.