viernes, 19 de noviembre de 2010

Voladura controlada

La capacidad de expeler majaderías es inagotable. Ahora resulta que unos iluminados proponen volar la cruz del Valle de los Caídos. Controladamente, claro, no vayan a caer algunos cascotes donde no deben. Así, una vez que se pulse el detonador, con el monumento desaparecen también 40 años de dictadura, ¿no?, y sin solución de continuidad pasamos de la idílica II República del 14 de abril a este ínterin en el que nos encontramos, a la espera de la III, ansiadísimo adviento por el que rezan tantos. Por cierto, hablando de repúblicas y voladuras, ya destruyeron -previo fusilamiento simbólico- el monumento al Sagrado Corazón de Jesús del Cerro de los Ángeles, en aquellos tiempos tan positivos para España.
La duda que se me plantea es si habrá que volar iglesias, catedrales y palacios episcopales para lavar de la Historia las afrentas de la inquisición. Ya puestos, ¿por qué no hacerlo con el Monasterio de El Escorial? Y ¿qué me dicen del Palacio de las Cortes? ¿No se sentaban allí los procuradores franquistas?
En fin, para qué perder más tiempo. Yo pensaba que el género humano quedó vacunado contra la estupidez de volar monumentos tras la muy heroica demolición por los talibanes de los ciclópeos budas de Bamiyán, en Afganistán. Ya veo que no.

1 comentario:

Pepe Santana dijo...

La política de “voladuras controladas” ha sido siempre nefasta para la humanidad. Las hordas primitivas entraban en lo pueblos, mataban a los hombre, violaban a las mujeres, los saqueaban y luego los quemaban. La Inquisición quemaba libros y herejes. Los nazis también quemaban libros. Para los soviets no digamos el poco valor que tenía la vida del oponente. En España se ha perdido mucho patrimonio histórico por culpa de la intolerancia de distinto signo y la barbarie de unos y otros. En los turbulentos años 30 mucha gente murió y magníficas obras de arte desaparecieron por culpa de los intolerantes. A mí aún me causa repeluco ver fotos de esa época con momias de monjas puertas en las puertas de conventos arrasados ¿qué se ganaba con esto?; también me causa pavor ver fotos de fosas comunes llenas de cuerpos inocentes masacrados por los vencedores.

Y digo todo esto al hilo del artículo del Sr. Fernández sobre la petición de voladura controlada de la cruz del Valle de los Caídos por determinada gente. Hoy en día todos sabemos la historia de ese monumento concebido por el dictador como mausoleo para sí y para miles de españoles, y construido con el sudor y la sangre de republicanos presos, mucho de los cuales dejaron allí su vida. Destruir esta construcción no parece de gente inteligente y sensible; ahí está y ahí debe quedar. Pero lo que sí deberíamos tener claro es que no puede seguir siendo lo que hasta ahora ha sido, sino que debe ser reconvertido en un centro de interpretación donde se cuente la historia de los funestos años de la República, la guerra civil y la dictadura.

El Valle de los Caídos no puede seguir siendo la tumba del dictador ni del fundador de la Falange, a su mayor gloria y recuerdo, sino la tumba de los españoles que allí yacen pero con consentimiento de sus familiares. El Valle de los Caídos debe seguir existiendo como un monumento vivo que recuerde a los españoles dónde se puede llegar cuando se traspasan ciertos límites, pero desde luego no puede ser el sitio donde los nostálgicos de la dictadura tengan su espacio de celebraciones, ni estar regentado por un abad trabucaire.

Por desgracia, Sr. Fernández, la especie no quedó vacunada con la hazaña de los talibanes.