domingo, 31 de agosto de 2008

Anonimonstruos


Con ocasión de la anunciada candidatura de la diputada, concejala y presidenta local del PP, Teresa Angulo, a la presidencia regional del partido, que debe llevar aparejada, no faltaría más, la candidatura a la presidencia autonómica (cuestión sobre la que no me voy a manifestar), he seguido en Hoy los comentarios que distintos internautas han ido publicando, algunos de los cuales hacen una crítica política algo fuerte, pero asumible. En cambio, otros, créanme, son realmente bochornosos. El anonimato (sólo presunto en muchas ocasiones) que da Internet, hace que muchos se lancen por la fácil senda del insulto, de la difamación, hasta de la calumnia, si se tercia. Es sencillamente repugnante el uso de las cloacas, lugar por donde transitan habitualmente las ratas. Es tan asqueroso como el uso del teléfono para amenazar o para molestar a las señoras. Quizá el Internet sea la nueva arma del hostigador.
Un servidor, que en sus blogs y concretamente en este, ha sufrido también los comentarios estúpidos (y no publicados, estaría bueno) de alguna que se cree anónima (cuántas pistas se dejan sin querer) y hace ostentación de su absoluta inmoralidad, y que fuera de la red ha tenido que padecer las insidias de sus enemigos políticos, sabe de lo que habla.
Tiene lugar en cualquier parte la crítica política, la ironía, el sarcasmo si se quiere, pero sin traspasar los límites del respeto. El uso del anónimo insultante es un claro trasunto de la mezquindad de quien lo utiliza. La calumnia política (calumnia, que algo queda) es un arma miserable empleada por sarnosos morales.
Cabe la crítica (aquí he permitido algunas muy disconformes y duras con mis opiniones, pero que no rondaban el insulto), pero el rebuzno debe quedar para los establos. Y el chillido de las ratas, para las alcantarillas. Vayan a tomar por el mismísimo culo los difamadores (tranquila, ministra Aído, y las difamadoras).

1 comentario:

Anónimo dijo...

Estoy completamente de acuerdo con lo expuesto; la discrepancia y el intercambio de opiniones enriquecen el debate político siempre y cuando la crítica se haga de un modo responsable y guardando las formas que deben imperar en todas las relaciones humanas.
Migue