¡Vaya jornada de sorpresas!
¡Ay, ay, ay, qué jornada llevamos, vivan los otoños calientes!
Primer sobresalto: un destacado sindicalista madrileño se permite mandar al Gobernador del Banco de España, conocido por MAFO, a su puñetera casa por no obedecer al Gobierno, que para eso lo ha nombrado. Anda, anda, el caserón de la calle de Alcalá también al servicio del masca de turno, en primer tiempo de saludo y chitón. ¿Será también de aplicación esta doctrina al Tribunal de Cuentas, a la fiscalía (bueno, esto ya ni se discute), y a tantos órganos del Estado? Sea anatema y porte coroza.
Segundo: el atrabiliario presidente del Barcelona se dedica a insultar al presidente de la Junta de Extremadura, Fernández Vara, porque le ha disgustado un artículo que éste ha publicado. Nada más y nada menos que 10 veces le ha llamado imbécil. Se cree aquél individuo que por ser el presidente de un gran club de fútbol puede desbarrar como le venga en gana. Ea, pues no. Como me consta que el presidente extremeño es una buena persona y buen cristiano (sólo le falla el ser del PSOE), no me lo imagino despotricando. Lo hago yo por él: ea, maleducado de Laporta, váyase a tomar por donde pican las abejas, amén. Y si me telefonea a mí, al primer imbécil que me suelte le recitaré una buena retahíla. ¡Prrrfff! Con coroza y en burro.
Tercero: No me caben más moratones en el brazo, a fuerza de pellizcarme para creérmelo. Sí señor, Obama es el flaman premio Nobel de este año. De la Paz, ni más ni menos. Hasta a él mismo y a su Gabinete de la Casa Blanca le han costado creérselo. Pues fíjense a un servidor: cuando me resigné a la verdad, me costó Dios y ayuda reconocer que Leire Pajín no estaba en el jurado. En fin, dice el galardonado que este premio es "un llamamiento a la acción". Bueno, por esa regla de tres, que le den el de Economía a Zapatero. Indulgencia plenaria, y en lo último no me hagan ni caso.
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