La Gran Vía
Con seguridad, la Gran Vía forma parte muy acreditada del imaginario matritense. Yo la descubrí en mis primeros viajes a Madrid, allá por 1973-74. Pero empecé a recorrerla ya como conductor y peatón en 1980 ó 1981. Debo confesar que las primeras veces me pareció quizá más grandiosa de lo que realmente es, quizá por temor reverencial a la gran ciudad.
Animada, multicultural en sus aceras, entretenida para el peripatético (y para no pocas peripatéticas), me consta que ha tenido momentos -no sé si persisten- de alguna o mucha degradación. Todo un símbolo, ahora centenario, merece el mayor de los cuidados. Madrid, tantas veces, entra por nuestros ojos a través de la Gran Vía.
Imagen: construcción del tercer tramo de la Gran Vía, c. 1920.
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