Good luck, Mr. President
Ea, pues ya es presidente Obama. Ahora lidera la más poderosa nación del mundo, lo que supone que sus aciertos o errores tendrán repercusión en el resto de los mortales. Le deseo, por eso, buena suerta y buena vista.
De momento, de su discurso tras el juramento, en un tono que me recuerda mucho a los filmes de Hollywood, destaco su referencia a lo necesario de la pervivencia de los valores de la sociedad americana, bastante coincidentes, en mi opinión, con los de la vieja Europa. Me recuerda un tanto al Sarkozy de Bercy. Y, por supuesto, su llamamiento a una lucha sin tregua para superar los retos que esperan. Entre ellos, y no es moco de pavo, están la política de seguridad nacional y la exterior. Sobre ésta última cabe preguntarse si, más allá de gestos o cambios cosméticos, la presencia norteamericana seguirá siendo el principal bastión de la defensa de la seguridad de Occidente, y en qué grado exigirá el compromiso de los aliados en esa tarea.
Ahora quedan cuatro años por delante. Tiempo tendremos de ver cómo funciona la cosa. En todo caso, y mal que les pese a muchos, los Estados Unidos son una formidable nación con una democracia a prueba de bombas. Y Obama, no lo olvidemos, es, ante todo, americano. Dios se la depare buena, míster Obama. Y eso, buena suerte.
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