Doble expectativa
Me resulta ya aburrido el debate sobre el liderazgo de Rajoy. Las encuestas parece que no avalan su despegue y no tardan en acudir quienes predican que hace falta un cambio, no sé si de líder o de orientación, en el PP.
Por mi parte, me limitaré a insistir en que el liderazgo de Rajoy, legitimidades aparte, viene asentado en una doble expectativa: en primer lugar, la moderación como expresión de ese lugar que en política se ha dado en llamar el centro, punto de encuentro (iba a decir meeting point, que queda más chulo, pero me avengo al español) de muchos que puden decidir destinos electorales. La segunda: la capacidad de gestionar adecuadamente un gobierno que afronte con garantías de éxito las cosas de España.
De modo que un servidor sigue apoyando a Rajoy, bien entendido que, como no soy sospechoso, votaré y apoyaré, me guste más o menos, a cualquier otro (u otra, oiga) que presente el PP para gobernar España. A todos los posibles candidatos, al día de la fecha, les reconozco al menos capacidad de dar satisfacción a la segunda expectativa.
En todo caso, quizá otro día me anime a comentar algo sobre listas abiertas, disciplinas de partido y otras cositas así, tan entretenidas.
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