Exabruptos
No piensen ustedes que el exabrupto del alcalde de Getafe es una anécdota. Como tampoco lo es que la presidenta del Parlamento de Galicia insulte a diputados del PP en la cámara. No son estos los únicos ejemplos de políticos faltones, los ha habido desde siempre, en la derecha, en la izquierda, en el centro y donde se tercie, y me malicio que seguirá habiéndolos.
Debe ser preocupante, creo, que el político descuide una de las facetas de su personalidad pública que más debiera cuidar: la didáctica. Esto es, su capacidad de dar ejemplo de cómo se puede discrepar y al mismo tiempo convivir, sin agredirse ni tan siquiera verbalmente.
Si los insultos pueden escucharse con facilidad en cualquier taberna con televisor, mientras los parroquianos toman un vino y escuchan las noticias, no debería ocurrir lo mismo en las sedes parlamentarias, en los salones de plenos, y en cualesquiera lugares donde estén los políticos desempeñando sus cargos. Estos tienen que ejercer el magisterio de la convivencia y el respeto, máxime en un país como el nuestro, que lleva siglos vociferando vivas y mueras. De lo contrario, aquellos que creen que política es sinónimo de enemistad, se llevarán el gato al agua, Y esto, a la larga, es peligroso.
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