viernes, 4 de julio de 2008

Me sumo al manifiesto

Cuando vemos a diario cómo los nacionalismos arrementen contra la lengua española o castellana, nuestra seña de identidad más útil, herramienta para la comunicación
que no sólo es un activo cultural sino de desarrollo social y económico, aparece Zapatero en otra de sus iluminadas intervenciones y pide al PP que no haga con la lengua lo que con la bandera. Ecce homo, ZP en estado puro, de nuevo con la huera retórica, con la consigna que reza que la derecha se apropia de los símbolos de la nación y ahora también quiere hacerlo con nuestra lengua milenaria.
Colegiré que todos los españoles que últimamente han pululado por las calles de Austria, los que han acudido a los estadios, los que se han remojado en las fuentes, los que han pintado sus rostros en son de juerga futbolera con los colores nacionales, son del PP. Por supuesto, todos los comerciantes a los que exigirán el uso de los idiomas autóctonos, todos aquellos que padecen la preterición de la exigencia constitucional sobre la lengua castellana o española, los niños que ven y verán mermada su formación en aras de una identidad que sólo pretende disgregar, son todos del PP.
Mejor debiera el presidente del Gobierno garantizar los derechos constitucionales, que no van contra nadie sino a favor de todos, y dejarse de zarandajas. Claro está, mientras habla de esto seolvida de la crisis, a la que teme llamar por su nombre, como aquellos que a las serpientes y culebras llaman bicha. Lagarto, lagarto.
Bueno, pues un humilde servidor, usuario de la lengua castellana o española, seguramente maltratador de ella por su torpeza con la pluma, aunque no de modo voluntario, se suma al manifiesto por la lengua común y pide a Dios que alguien quite tantas tonterías de la cabeza al personal.

2 comentarios:

Pesar dijo...

[Génesis, 11, 1-9: - No tenía entonces la Tierra más que un solo lenguaje y unos mismos vocablos. Los hombres en su emigración hacia oriente hallaron una vega en la región de Senaar y se establecieron allí. Y se dijeron unos a otros: «Venid, hagamos ladrillos y cozámoslos al fuego». Se sirvieron de los ladrillos en lugar de piedras y de betún en lugar de argamasa. Luego dijeron: «Edifiquemos una ciudad y una torre cuya cúspide llegue hasta el cielo. Hagámonos así famosos y no estemos más dispersos sobre la faz de la Tierra». Mas Yahveh descendió para ver la ciudad y la torre que los hombres estaban levantando y dijo: «He aquí que todos forman un solo pueblo y todos hablan una misma lengua, siendo este el principio de sus empresas. Nada les impedirá que lleven a cabo todo lo que se propongan. Pues bien, descendamos y allí mismo confundamos su lengua de modo que no se entiendan los unos con los otros». Así, Yahveh los dispersó de allí sobre toda la faz de la Tierra y cesaron en la construcción de la ciudad. Por ello se la llamó Babel, porque allí confundió Yahveh la lengua de todos los habitantes de la Tierra y los dispersó por toda la superficie].

Sin que mi adhesión implique comunión ideológica con muchos de los firmantes del manifiesto, me adhiero sin reservas a este manifiesto de defensa de la lengua española. Más, mi ideal es que en un futuro remoto los hombres volvamos a tener de nuevo una sola lengua, que superando el castigo divino, nos permita entendernos, sin traductores, los unos a los otros.

Saludos.

Anónimo dijo...

Pesar, imagino que la única lengua por la que tanto suspiras sea el español. ¡Qué pobreza!