"Sala de espera sólo para blancos, por orden del Depto. de Policía"
Afortunadamente los tiempos cambian, aunque muchas veces la dinámica de la historia, que por lo demás es imparable, tarda en surtir sus efectos. Un ejemplo de esto lo narré como anécdota en la presentación de mi libro sobre el turismo en Zafra. En 1966, un ciudadano norteamericano residente en Long Island, escritor, visitó España donde sufrió un desengaño que le hizo protestar ante el Ministerio de Información y Turismo. ¿Qué le ocurrió? Veamos:
[...] el ciudadano americano [...] hace las siguientes observaciones: "En xxx, provincia de Badajoz, he tenido el mayor desencanto de la España querida, guiando un coche en el centro del pueblo. La población entera se horrorizó de verme, diciendo ¡mira, un negro! Y eso que iba acompañado de una distinguida dama de la provincia." Y prosigue: "Es improbable que el pueblo de xxx no haya visto persona de color, pero portarse de esa forma hasta de mandar a una niña a sacarme, tocarme la camisa por detrás, es cosa inconcebible en un país civilizado como España y de donde hemos heredado nuestra cultura." (*)
Con certeza llevaba razón el escritor americano (afroamericano, dirían ahora los políticamente correctos), que por lo demás era de ascendencia hispana, a juzgar por sus apellidos que no revelaré; aunque creo que los paisanos más que horrorizados quedaron sorprendidos. Los años 60 eran los del auge turístico, pero la población aún no estaba acostumbrada a muchas cosas, y en la España rural aún se vivía en un ambiente nada moderno. Los que somos de pueblo y además del siglo pasado, seguro que recordamos supersticiones de todo tipo. Por causa del turismo se produjeron choques de costumbres que, conocidos hogaño, nos mueven a la sonrisa. Pero muchas de las situaciones que hoy nos parecen anecdóticas hicieron sufrir a las gentes de hace décadas. Hoy, desde luego, ya no sorprende nada. O casi nada.
Sin perjuicio de todo esto, el protestante (por quejarse, ignoro la religión que profesara), procedía de un país en el que los años 50 y 60, y no nos remontemos más atrás, conocieron de numerosos episodios de segregación racial, a pesar de ser allende los mares tan modernos. De modo que está bien que le extrañara y le molestara el incidente que vivió por aquí cerca, pero en su tierra tampoco andaban mancos.
Termino como empecé: felizmente, ahora las cosas son bastante distintas. Hasta tal punto que en EE. UU. han elegido a un presidente negro y no ha pasado nada, con lo cual quedan desmentidos los augurios de quienes pensaban que aquello sería la ruina moral de los Estados Unidos, y de quienes del otro lado esperaban encontrar en Obama una especie de presidente revolucionario. Digo yo.
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(*) El lance citado y transcrito está documentado en el Archivo Histórico Provincial de Badajoz, donde lo obtuve en el transcurso de mi investigación para el libro citado, aunque finalmente no lo incluí en el texto.
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