Todo por la copa
Ya sé que escribo con retraso, que el partido entre el Ajax y el Real Madrid es historia y que ahora lo más cool (como diría un moderno) es analizar, criticar, desbarrar, describir o, más sencillamente, charlar sobre el choque, el pasado lunes, entre los dos grandes españoles. Pero no me resisto, aunque tarde, a evocar el penoso espectáculo extradeportivo que dio el Madrid en Ámsterdam.
No entraré en profundidades sobre el partido por una razón insoslayable: entiendo poquísimo de fútbol, lo que no me impide disfrutar con un buen partido sin necesidad de entrar en análisis estadístico de los kilómetros que recorre un jugador, ni de comprender los intríngulis del movimiento de los futbolistas por el terreno de juego, ni de disponer de un conocimiento preciso de la anatomía de los jugadores, para saber qué músculo, tendón, hueso o ligamento se ha jeringado cuando alguno se revuelca por el suelo. Salvadas estas dificultades derivadas de mi ignorancia, creo que no hace falta ser un lumbrera para entender que la táctica del entrenador Mourinho para aliviar de tarjetas amarillas (qué cosas, antiguamente eran blancas) a un par de pupilos, que así llegarán más tranquilos a futuros partidos posiblemente más complicados, es una marrullería sonrojante. Es decir, una trampa bochornosa. Un fraude, oiga.
¿En qué se basa esto? Pues en la convicción de que todo vale con tal de subir otra copa a la vitrina. Lo de siempre, el fin justifica los medios. Y, ¿cuál es el problema? En mi opinión, como son legión los seguidores del fútbol, del Real Madrid y de su actual entrenador, muchos de ellos darán por buena la trapacería. Y entre las miríadas de seguidores también pululan jóvenes que encontrarán, en uno de sus referentes más acreditados, ejemplos nada convenientes. Another brick on the wall (¿a que queda chulo dicho en inglés?). Otro ladrillo en el muro que levantamos día a día para separar a esta sociedad del sentido común, del respeto, de la moral ciudadana.
1 comentario:
Antes de que nos corten el Internet, quisiera llegar al grano.
El Progreso se mide, más que por otra cosa, en la eliminación de trabajo y la creación de tiempo libre. Por ejemplo, para viajar desde punto A hasta punto B, con el mínimo gasto de trabajo y/o energía. ¿Está claro? Si no, no siga leyendo.
Sin embargo, en el sector del transporte aéreo, tanto público como privado, y tanto el trabajador como el patronal, se postula toda política a base de la “Creación de Trabajo” y el proteccionismo de necesidades obsoletas de trabajo.
Estimados controladores, usuarios, pilotos, políticos, y demás, para que se sepa, desde hace ya veinte años existe casi un centenar de sistemas patentados y operativos capaces de automáticamente, sin “Trabajadores”, no sólo controlar el espacio aéreo sino también pilotar los aviones. Tal vez suene a ciencia ficción, pero no lo es ni mucho menos. Cualquier de ellos, un sistema informático más o menos el tamaño de una milésima parte del motor de búsquedas de Google, podría hoy mismo controlar y pilotar todos los aviones de todo el mundo.
continua en:
http://investigar11s.blogspot.com/2010/12/antes-de-que-nos-corten-el-internet.html
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