sábado, 30 de enero de 2010

¿Una sociedad mejor?

No me cabe la menor duda. El nacionalismo rampante en general, y el catalán en particular, se esfuerza en construir una sociedad diferente, no una sociedad mejor. Así lo escribió, y así lo transcribo, Miquel Porta Perales, en una Tercera de ABC, en agosto de 2007.
Se empeñan en hacer notar sus diferencias taponando cualquier resquicio de españolismo, para lo cual pasan gallardamente por encima de los derechos individuales y del sentido común. Son aburridos hasta la saciedad, con sus cantilenas hueras, sus manipulaciones infumables y su indisimulado afán totalitario. Pierden un valioso tiempo que, mal empleado en tonterías identitarias, debería dedicarse a mejorar las condiciones de vida de la ciudadanía.
Totalitario, fascista, es coartar el uso de un instrumento fundamental para la comunicación, para la expresión de ideas, para la constatación de la propia identidad, como es la lengua. Totalitario y fascista era el control férrero para que no se emplease el catalán en los tiempos de la dictadura. Totalitario y fascista es, hogaño, el imponer a los comerciantes que en su propia casa, en su establecimiento, la rotulación en catalán. Totalitario, fascista, estúpido, es multar a quien no lo haga. Impedir que cada cual haga lo que le dé la real gana en su casa, imponer usos lingüísticos de manera espuria, es demencial. Cataluña es una región de España, donde viven españoles que, amparados por la Constitución, por la historia y por la lógica, tienen el derecho y el deber de conocer la lengua castellana o española.
A ver, ¿por qué regla de tres uno puede rotular sólo en catalán y no puede hacerlo sólo en castellano? ¿Qué demonios pintan las autoridades imponiendo a un ciudadano algo tan personal como es expresarse en la lengua que tenga por conveniente? ¿Por qué hay que sojuzgar al bilingüismo, tan espontáneo, tan de la calle?
Después se quejarán algunos lumbreras de que resultan antipáticos. Ellos se lo buscan. Los ciudadanos catalanes, que en su mayoría, supongo, deben de andar hasta el gorro de tanto enredo político, son los que pagan el pato, porque son los que tienen que vivir en su tierra bajo la estulticia gubernamental.
Estos graves abusos deberían ser objeto de la atención del Gobierno y de las fuerzas políticas, que tienen la obligación de velar por el orden constitucional y por los derechos civiles. El fascismo asfixia, y asfixia el verte obligado a expresarte de un modo que no quieres.

2 comentarios:

Pepe Santana dijo...

Sr. Fernández, podría usted decirlo más alto, pero no más claro. Suscribo su artículo y no creo equivocarme si le digo que el actual Gobierno de España no hará nunca nada por defender el español (a mí me gusta llamarle español y no castellano porque yo no soy castellano y es mi lengua materna), en Cataluña. Si vivimos lo suficiente, veremos como esa región de desgaja de España; tal como pintan las cosas quizás sería lo mejor, que se vayan y que nos dejen tranquilos.

Anónimo dijo...

Estoy de acuerdo con Pesar, a mí no me molestaría nada que se fueran.