Marchando una de Constitución
¡Tate, tate! Bien llevaba la razón García de Cortázar cuando, invitado por el Foro Zafrense hace cuatro años, decía que el problema del separatismo no vendría tanto del País Vasco cuanto de Cataluña. Fíjense en la última: si el fallo del Tribunal Constitucional no avala al Estatuto catalán, habrá que rehacer el pacto político con el Estado y decidir la ubicación de Cataluña dentro del Estado. Palabras, nada más y nada menos, que de Joan Saura, consejero del Interior del tripartito catalán, que se añaden a la pretensión del inefable Carod-Rovira de aprovechar la jornada del 11 de septiembre para manifestarse y presionarl al Alto Tribunal.
Digo yo que alguien tendrá que recordarle a estos individuos que aquí no cabe ningún pacto de comunidades con el Estado, puesto que aquéllas forman parte de éste. Sin duda alguna. Hasta tal punto que el representante ordinario del mismo en la Comunidad es el presidente de ésta. Ea, que así lo dice la Constitución, y no hay más vuelta de hoja. Y que sólo hay una nación, la española. Y que las leyes están para cumplirlas, y el Estatuto, no por casualidad, no es sino una ley orgánica, aprobada en el Parlamento, luego entonces emanante de la soberanía nacional, que reside en el pueblo español. Y todo lo demás es humo. Quien se sienta extranjero, allá él. Pero las autoridades se deben al principio inexcusable de lealtad con el pueblo del que emanan sus facultades: en este caso, quién lo duda, del español. El Estado autonómico está bien, pero existen límites, guste o no. Y el comportamiento contrario bien debería ser calificado de traición.
Claro, si quien hizo el boca a boca a un Estatuto que yacía exánime se hubiese estado quietecito, ahora no andaríamos con estas. Todo por el poder. Todo por seguir anclado en el poder. La pena es que en Cataluña no cabe ahora un pacto PSOE-PP para poner orden. Allí el PSOE pierde su vocación nacional para convertirse en huésped de un PSC autónomo, nacionalista (al menos, a juzgar por sus postulados y movimientos), poderoso, granero de votos que un solícito presidente del Gobierno necesita para sostener sus políticas ahumadas.
Y mientras, entre la ciudadanía, persiste la sensación agria de que no se abordan los problemas que realmente importan, como esa cosa del paro y de la crisis; el tiempo que se emplee en pasteleos con la Generalidad es tiempo perdido. O mejor, dinero perdido, como siempre. Y, a la vuelta, subida de impuestos. Y unos brotes verdes que aún son microscópicos, si es que existen. No guarden los abanicos, el otoño se presenta caliente. Como siempre, dirán. Bueno, pero me parece que ahora algo más.
1 comentario:
Permítame, Sr. Fernández, suscribir punto por punto el contenido de su oportuno artículo salvo cuando dice “El Estado autonómico está bien”, porque creo que está mal y además nos cuesta “un riñón” (por no nombrar otro órgano situado más hacia abajo). Es lamentable que porque el Sr. Rodríguez Zapatero necesitara la ayuda del separatista Sr. Maragall para vencer al Sr. Bono, en el congreso donde salió elegido secretario general del PSOE, ahora los españoles tengamos que estar tragando quina ante la postura cada vez más envalentonada de esos tipos del noreste. Cada día me sorprende más que unos individuos criados en el marxismo, cuyo himno reza “el género humano es la internacional”, se hayan convertido en los más férreos defensores del separatismo nacionalista burgués; debe ser por aquello de la pela.
Por desgracia en Cataluña el PSOE siempre lo hizo mal: no debería haberse fundido con el PSC, partido de inspiración separatista que ha estado disimulando hasta que ha encontrado la oportunidad. El PSOE en Cataluña nunca debió entregar los votos de los obreros emigrados allí desde otras regiones de España a la élite catalanista del PSC, pero lo hizo. Hoy en día, muertos muchos de esos emigrantes y con sus hijos y nietos más papistas que el Papa, es decir, separatistas viscerales, un PSOE de Cataluña sería un partido marginal. Se equivocó Felipe, se equivocó y ahora pagamos las consecuencias del chantaje de los autodenominados socialistas catalanes. ¡Cuánta razón tiene usted cuando dice que en Cataluña no sería posible el pacto PSOE-PP del País Vasco! En Cataluña el PSOE no se comería ya una rosca, por eso hacen de tripas corazón y ceden cada vez más “maragallismo”.
Saludos.
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